domingo, 7 de diciembre de 2008

FlizAo209


son cuñados, y ahora, en medio de la cena, se apuntan mutuamente con dos gambas a medio pelar. Mira, tengamos la fiesta en paz, ¿vale?, así que no me toques los cojones…¿Cojones?, los cojones los tenías que haber sacao cuando te enteraste de que a los de talleres nos ponían en la puta calle. ..Ya te han dicho que se trata de algo provisional, la empresa lo ha dicho bien claro, joder: pro-vi-sio-nal,en marzo os readmiten, así que deja de llorar y come, ostia…¿Ah, sí?,¿provisional?¡y yo soy obispo, no te jode¡,si en marzo sigo en la calle ¿me pasas la mitad de tu sueldo? mitad pa ti y mitad pa mí. ¿te parece?,dime que sí y ya verás que tranquilito ceno, en administración os habéis cagao patas abajo, ¿vale?, y tú lo sabes,nos habéis dejao tiraos,pero andaros con cuidao porque vosotros váis detrás, y ¿sabes qué?,que yo me voy a alegrar,sí, me voy a alegrar...¡Asun, mecagüendios, o le dices a tu hermano que se calle de una puta vez o yo me largo y que le dén por culo a la cena…¡.Asun está harta de los gritos de esos dos. Antes de levantarse para dirigirse a la cocina limpia con la servilleta la barbilla de su padre, que preside la mesa perdido en su mundo, como cada día desde que el cabestrante de una grúa le llevó media cabeza. La lesión cerebral le dotó de un lenguaje tan absurdo como poético. Ahora mismo está diciendo: “ las horas son humo y nada más”. Como es habitual en el valle del Gohierri, la lluvia bombardea sin descanso los cristales de la ventana de los comedores, y este no es una excepción. Un petardo suena muy próximo. Ladra un perro. Una, dos, tres...hasta seis veces, en dos tandas de tres. En el televisor está George Clooney con cara de guasa anunciando café en sobres o algo así. Tras recorrer un pasillo de cuatro pasos, Asun encuentra a su madre en la cocina, inclinada sobre el horno. Este cordero no sé cómo va a estar, hija, yo lo veo un poco seco…Asun vuelve al comedor con una bolsa de Eroski en la que va echando las sobras de los platos y regresa a la cocina. Deja los platos en el fregadero y tira la bolsa a la basura. Los azulejos sudan como si hubieran corrido una marathon. Dos moscas van de aquí para allá. El frío reloj de cocina regalo de Fagor marca las onceycinco . Un zorionak en corcho, pintado de rojo y blanco, está sobre la nevera, apoyado en el cuerpo de una radio de las de antes.

A medio millar de kilómetros de allí, en Madrid, alguien comprueba por enésima vez las baterías de un mando de control remoto y la recepción de los servos.

La plaza del Sol es ya un rugido adolescente. Una tortilla humeante de furia, alcohol, sexo de escaparate e histeria química. La policía vigila con discrección, soportando mil bromas de mal gusto.

sobra cordero. Por lo que sea, ninguno de los cinco quiere más. Las dos mujeres se levantan y empiezan a recoger. De nuevo. En el mantel hay manchas de vino del color de la semana santa. Algo pesado cae al suelo en el piso de arriba. Mira, tú sabes quién está jodiendo este país, así que, si eres tan listo, ¿por qué no te preguntas si no estás apoyando a los mismos que te quitan el curro?. Fotos en blanco y negro de bodas remotas. Caras que ya no están y otras que han caído en desgracia. No me vengas con ostias, tengo muy clarito quién nos está jodiendo la vida, y, mira por donde, son tus amiguitos…así que cállate de una puta vez…Souvenirs indestructibles de Torremolinos y Santillana del Mar. Un reno diminuto hecho de cristal. Mis amiguitos por lo menos no andan por ahí pegando tiros, asesinando a la gente por pensar de otra forma…Vajillas escondidas que nunca han visto la luz. ¿Que no? ¿que no pegan tiros? pegan tiros cuando les da la gana y ¿sabes qué haces tú?...¡mirar para otro lado¡: el lado de tu cartera, el de ande yo caliente…Papeles brillantes color oro , verdes, plateados y veteranas bolas de navidad. .¡Pero qué hablarás, tú, ignorante¡. Un coche solitario derrapa abajo, en la calle, desesperadamente, como si le fuera la vida en ello.

Sale a la noche y siente el viento frío que baja de Somosierra y barre la azotea del edificio. Acarrea las bolsas de deporte hasta uno de sus extremos y descorre las cremalleras. Agachado, comienza a extender con delicadeza todo el material sobre el suelo. Hasta él llega con claridad el bullicio de la Puerta del Sol.

Donde ahora la policía está interviniendo para controlar una pelea colectiva. Vuelan botellas de champán. Y con ellas llegan las primeras brechas, los primeros cortes y, cómo no, la sangre de siempre.

tu padre no necesita las uvas…Pero yo necesito que las tenga delante, piensa Asun. El viejo mira la taza con los doce granos de uva y dice con el tono de quien habla a un grupo de niños: “ ¿Sabéis? Los aviones los conduce el diablo”. Alguien sube el volumen del televisor. Todos miran cómo Ramón García, vestido de vampiro, habla y sonríe con el famoso reloj de fondo. Este cabrón sí que se lo ha montao bien, manda cojones.

El Majestic 1400 aprovecha toda la longitud de la terraza para el despegue y en el último momento se eleva sobre el cielo de Madrid. Es bello y funcional, con el fuselaje y las alas contruidos en madera de balsa. Motor eléctrico. Unmetroveinte de envergadura. Un modelo grande pero ligero, adecuado para llevar una sobrecarga de dinamita repartida por todo su cuerpo. Obedece las órdenes del radiomando como un perrillo a su dueño. Mal ejemplo, lo hace mejor, mucho mejor.

¡ahora¡¡ahora¡¡ésta es la primera¡. Llegan las campanadas. Las de verdad. Una, dos, tres…Crujen los granos de uva entre los dientes. En medio de un silencio ácido. Cuatro…Cinco…”Las horas son humo y nada más”, dice el viejo otra vez. Seis…Siete…

El avión de motor eléctrico - en realidad, un juguete para adultos, mercancía para el entretenimiento, caramelo envenenado- irrumpe por un lateral de la plaza, sobrevolando la apelmazada multitud. Casi nadie le presta atención en medio de semejante caos. Ocho, nueve…Hace dos piruetas perfectas en el aire que le sirven para ganar velocidad y…Diez, once…Se dirige directamente hacia la esfera del reloj y… doce… el aparato golpea recto y en la diana, el detonante de contacto explosiona la dinamita y fragmentos de cristal, hierro, cemento y madera salen despedidos hacia la plaza.

Guarda todo el material en una de las bolsas y mete todo en la otra, baja en ascensor y deja el edificio para salir a la calle y mezclarse con gente que corre excitada en todas las direcciones. Hay ruido de sirenas y cohetes que escupen colores en el cielo.

pero…¿qué ostias ha sido eso? La televisión les muestra el plano fijo de una humareda donde antes podía verse un reloj…seguro que alguna leche preparada por el ayuntamiento o algo así, como no tienen otra cosa en que gastarse el dinero los hijoputas… Poco a poco entre la humareda se filtra el brillo de una bombillas que dicen: “ F liz A o 20 9”


martes, 2 de diciembre de 2008

Blanca Navidad

No es fácil sacar un móvil del bolsillo del pantalón cuando se tiene sobre las rodillas a un niño de tres años inquietantemente parecido a Poli Díaz y, además, toda la tela del disfraz de Rey Melchor por medio. Pero si te contorsionas como una sabandija con pulgas y te fracturas un par de huesos puedes conseguirlo.
- ¡Sí, dígame¡.
Lo ha gritado a pleno pulmón. Con rabia. Para que todo el mundo le oiga. Pero tambien para escucharse a sí mismo sobre el ruido de los autobuses que pasan a su espalda, Gran Vía abajo, a escasos centímetros del stand. Y para darse el gusto de acuchillar con su propia voz un par de notas de El Tamborilero, versión Il Divo, con que ahora machacan toda esta escena los altavoces de El Corte Inglés.
-¿Sí? ¿Octavio? ¡Octavio¡¿Me oyes?- grita una voz al otro lado.
Octavio, rey Melchor a sueldo, escucha y no responde. Sostiene el móvil con una mano, mientras con la otra intenta proteger lo que queda de su barba postiza, cuyas ruinas están siendo ahora desolladas con fría parsimonia, mechón a mechón, puñao a puñao, por el renacuajo con aire a potro de Vallecas. Su señora madre lo observa todo con la sonrisa sicótica de una adicta a los valliums. A sus espaldas, sobre la acera, hay más niños y más madres con gestos de impaciencia guardando una cola difusa. Sus caras cambian de color al ritmo de la catarata de luces navideñas que reptan y se despeñan por la fachada de los grandes almacenes. De sopetón, Il Divo rematan lo suyo y le llega el turno al Jingle Bells de Los Pitufos. Lo que demuestra que, por muy difícil que se lo pongamos, las cosas siempre pueden empeorar.
La voz del otro lado del auricular es femenina. Y desesperada.
- ¿Dónde está mi hermana, cabrón?¿Dónde está mi hermana? Sé que me estás escuchando…Como la hayas tocao un pelo te mato, hijoputa…lo vas a ver…te mato…ahora mismo llamo a la policía y más te vale que…
Ajeno a todo este lío, entra en escena el Rey Gaspar, en realidad un gigantesco parado de larga duración que vive en Atxuri y se llama Anselmo, que se inclina hasta Octavio desde la silla contigua para decirle al oído:
- A lash mamásh ya lesh daba yo un degalito, ya…
Gaspar sostiene un gemelo en cada pierna. Parecen albinos. De aspecto diabólico. Los dos le miran con ojos como platillos volantes, fascinados por la forma en que al rey le baila la dentadura postiza. Tienen ante sí a todo un fenómeno. Así que le escanean con todo el desparpajo de su tierna edad. Gaspar, que hoy ha comido con unos viejos amigos por algún sitio del Casco Viejo y lleva encima alcohol suficiente como para esterilizar todo el material sanitario del Congo, les sostiene la mirada y, tras atravesar un breve pero espectacular ataque de eructos, acaba por soltarles con cierta solemnidad…
- Y vosotrosh…bequeñines, eshcuchaz eshte supersupersuperdegalo del dey Gashpar….a launa, a lashdosh y a lastresh…¡Atreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeetí¡ Jua, jua, jua…ahí teneish vuestro degalo de navidá enanosh…jua,jua...y ahoda, venga, venga, fueda de aquí…a tomá porculo loshdosh…venga…que osh aguanten vuestrosh padresh…arreando…
A su lado, Melchor aparta el móvil de su oreja. Y corta la comunicación. Presionando la tecla roja con un dedo aún manchado de sangre seca.
En un mundo cada vez más lejano, Plácido Domingo releva a Los Pitufos.