miércoles, 21 de diciembre de 2011

JUEGO DE TALO Y TRONOS

La Feria de Santo Tomás es sensacional. Y la de este año sencillamente perfecta, con ese sirimiri cazurro que no ha dejado de caer en todo el día. Rodeado por ocas circunspectas (¿alguien se acuerda de El Pato Saturnino?), gigantescos gallos de pasarela con mala ostia en la mirada, miel ordeñada a abejas vascas y riachuelos de talo, txistorra y sidra, uno siente de verdad que la época que vivimos no es más que el medievo con tecnología. Todos somos extras de un gran Juego de Tronos.
Pero además, Santo Tomás es la puerta de entrada a la navidad. Es como si hoy estuviéramos alcanzando el punto más alto de una montaña rusa, el vagón ha remontado la pendiente poco a poco –día tras día de este mes de diciembre- ganando altura y ahora estamos en la cúspide, detenidos en ese extraño punto muerto en el que todo es posible, pero con la certeza de que vamos a caer a toda velocidad. Llegan los loops, el estómago en la garganta, los aullidos y el vértigo. Qué bien. Y el ruido ensordecedor. Y el champán y las uvas. Vamos a ser devorados por un torbellino feroz que una vez más escupirá (creedme) nuestros huesos cansados y felices sobre el tapete cifrado de una fecha: el 6 de enero de 2012. Mientras tanto todo va a ir bien. Este vagón no descarrila. Y la lotería nos toca seguro.
Pongo en mi CD algo de relax radical. Por ejemplo “A Winged Victory for the Sullen”, alimento para el espíritu, que diría UB40.

martes, 20 de diciembre de 2011

SER O NO SER

De pronto llueve en Bilbus un día tras otro. Ha llegado, por fin, el frío. Y la navidad. En la Gran Vía –nubes de color de acero oscuro, ejércitos de paraguas combatiendo entre sí - un violinista centroeuropeo hace una versión admirable del “Bizkaia Maite” de Benito Lertxundi. Arrojo sobre la funda abierta del instrumento un billetazo de cinco euros por ver qué pasa. Y no pasa nada. Sigue a lo suyo. Lertxundi global y balcanizado. Opus eusko-bosnio para violín y muchedumbre. Ecos de Zuberoa. Sombras de Sarajevo. Y todos en sputnik hacia el plomizo año maya. 2012. Se me hincha el pecho. Siento un orgullo desmedido. Por no haber hecho nada. Todo este tiempo. Salvo estar. Y haber atravesado los cataclismos ajenos sin apenas un roce de chapa. Sin apenas molestias.

Me gusta la navidad. Y mucho. Cuchipandas familiares a golpe de langostino y migraña. Lotería galáctica. Emotividad oficinesca. Belenes freudianos. Y villancicos…Villancicos... “Blanca Navidad” es sublime, sí, pero “El Chiquirritín”, en cualquiera de sus versiones, es como poner los huevos sobre un yunke y que te los maceen sin compasión. La de " Mira Como Beben los Peces en el Río”, al menos, es como una inyección letal. Piadosamente rápida y mortal. Como Sharon Stone. Y la Cobra Naja Naja Excelsior. Por contra, el inevitable "Tamborilero" se parece más a una lenta, pausada, interminable, cruel lobotomía.
Ahora, en la cuarta planta de El Corte Inglés, donde me encuentro, suena el entrañable “Zumba, zúmbale al pandero” acompañando el deambular mañanero del personal. Floto entre estanterías de 3x2, marujas asesinas, gays de ojos histéricos en pleno ataque de ansiedad consumista y prejubilados postindustriales en trance prostático. En medio de esta opereta zombi medito, sin venir a cuento, en lo aburrida y decadente que es la programación de la cadena SER en Bizkaia. Azul Tejerina y su tono de coleguita guay-megainstitucional; Juan Carlos Otaola convertido en el Engolado Bostezo Supremo; Aloña Velasco, presidenta de E.H. (Empalago Hertziano) fin de semana tras fin de semana…”¿A qué cráneo privilegiado debemos semejante alineación?”, pienso mientras despliego ante mí una camiseta de Hugo Boss de color diarreico y hechura tardomacarra accesible, eso sí, tan solo a precio de oro.
Salgo pitando. La calle otra vez: más Navidad. Indautxu. La hora del vermú. Llego a casa y prendo el Cd sin pensar. Suena Jonathan Wilson. Mola. Es tranquilo. Imaginativo. Rítmico. Navideño. Es la ostia. Todo menos la SER. Y mañana Santo Tomás. Qué vida.

jueves, 10 de noviembre de 2011

EL DÍA EN QUE SE HUNDIÓ BILBAO

El 20 de noviembre de 2011, poco después de abrirse los colegios electorales, Bilbao empezó a inclinarse hacia la derecha. Al principio suavemente, tan solo un par de grados, los suficientes para que los ciclistas que rodaban por la ciudad a esas horas de la mañana sintieran el pedalear distinto al habitual. Los balones de los partidos de futbito trazaban de pronto extrañas trayectorias, el vino del cáliz se derramó en algunas misas y una insólita sobreexcitación se adueñó de gorriones, perros y gatos, así como de muchos ciudadanos medicados por cuadros psicopáticos. Según avanzaba el día, la inclinación fue creciendo, grado a grado, provocando la rotura masiva de tuberías, el desbordamiento de la ría a lo largo de uno de los lados de su cauce, el correspondiente al Campo Volantín y Deusto, y la dramática imposibilidad del tráfico rodado y suburbano. Pasaban los minutos, pasaban las horas y, con la pasividad de los organismos oficiales, la ciudad se seguía inclinando. Muy pronto, cuerpos humanos empezaron a rodar desde Basurto a San Ignacio, desde los altos barrios de San Adrian hasta el ya inundado Casco Viejo, golpeándose en su slalom mortal con señales y bordillos, con coches tumbados y bloques de asfalto levantado. En su caída les acompañaba un alud de objetos diversos y, en muchos casos, asombrosos. Llegaron los incendios, en medio del sonido ensordecedor del derrumbe de edificios. Bilbao se inclinaba , desgajado en sus límites, abierto allí a abismos oscuros y terrosos, hundiéndose en la tierra como un cuchillo en la carne por uno de los lados, elevándose como un titán geológico por el otro, camino de una verticalidad catastrófica, como la cubierta del Titanic en sus últimos suspiros. A un minuto escaso de cerrarse los colegios electorales, la ciudad alcanzó los noventa grados. Aterrorizados, cabalgando el lomo rugiente de esta pesadilla, los supervivientes se preguntaron, si ahí se detendría todo. Pues no, la ciudad siguió adelante con su voltereta mortal, superando ahora el imaginario ángulo recto en busca de los ciento ochenta grados. Bilbao iba a quedar cabeza abajo. En la oscuridad. Su culo irregular, con gruesas y retorcidas raíces estirándose hacia un cielo gris y tormentoso, tomaría el relevo en la superficie. Fue un día histórico, sobra decirlo. Un ejemplo de regeneración urbana como pocos. Algo merecedor, sin duda, de algún premio internacional de cierto prestigio.

martes, 8 de noviembre de 2011

DIEZ VERDADES INCÓMODAS SOBRE EL ROCK

1- Está más que demostrado que entre aquellos que declaran a los Dire Straits como su grupo favorito hay un alto nivel de gilipollas.
2- La incorporación de la mujer a los misterios del pop-rock es lentísima.
3- En directo, apuesta a ciegas por cualquier grupo de solo tres miembros. Fallan muy raramente.
4- Desde hace exactamente tres décadas, el rock es un gato girando enloquecido sobre sí mismo intentando atrapar la pinza que tiene pegada a la cola. Y es algo muy raro, porque un gato no suele vivir tanto tiempo.

5- Casi todos los grandes crímenes del rock han sido cometidos por un teclista.
6- Por algún extraño motivo, muchos cantantes de rock en euskera tienen una entonación abiertamente ikastoliana, de tonadilla infantil, al estilo de lo que en castellano serían los Hombres G.
7- Definitivamente, los negros no saben hacer heavy.
8- La droga ha hecho mucho daño, pero tambien ha dado grandes momentos.
9- A partir de ahora, y por edad, todos los monstruos del rock van a empezar a caer como moscas. Salvo Keith Richards, que es inmortal.
10- Bájate todo lo que puedas. ¡Pero luego escúchalo, karajo, se lo debes!

miércoles, 19 de octubre de 2011

AZKUNA: UN NINJA CONTRA LA VULGARIDAD

Los líderes políticos vascos de hoy son fascinantes. No recuerdo un solo gesto o una sola manifestación de Patxi Lopez ni remotamente próxima al ingenio o la imaginación. Urkullu (gesto adusto y patibulario, mirada zombi) podría competir en unas Olimpiadas de dicción plana y monocorde y ganaría medalla. Basagoiti resulta deprimente, parece salido del peor rincón del El Club de la Comedia, es el cuñao del jefe, ese al que hay que darle un papelillo aunque te mueras de vergüenza. La inexpresividad facial de Rufi Etxeberria no es de este mundo y hablando tiene un estilo inconfundible: el del manual de instrucciones de una lavadora...Qué desastre...Te caiga como te caiga, el único que conserva cierto "punch" verbal y mediático es Azkuna. Soberbia, desparpajo y demagogia al viejo estilo...¡un lujo¡.

domingo, 16 de octubre de 2011

TAL COMO ERES





Prefiero el "Sympathy for the devil" de los Rolling Stones a todo Picasso, Chillida y Christian Dior juntos; prefiero una sola cama del hospital de Cruces antes que todas las subvenciones del cine español; prefiero cien metros de Gran Vía antes que mil excursiones de montaña; prefiero una fractura de clavícula a una conferencia de Paulo Coelho y una gripe severa a un espectáculo de ballet clásico; cambio gustoso una pinta de guinness por toda la fórmula 1 y diez páginas de Tom Sawyer por las obras completas de Pérez Reverte. Soy así.

Y tambien debes saber, mi amor, que arrasaría Roma una y mil veces, estrangularía con mis manos el último lince o apretaría el botón nuclear si con ello pudiera espantar de tu rostro un solo gesto de tristeza. Uno solo.

sábado, 15 de octubre de 2011

MORDIENDO LA BALA





Hace un momento estaba escuchando la radio cuando ha surgido una vez más el Golden Apple Quartet cantando en directo la de "Camarerooooo ¿qué hay para hoyyyyyy?". Normalmente en un trance así me ataca la histeria y, ciego de pánico, me lanzo en picado sobre el receptor -arrasando con todo lo que se me ponga por delante- para cambiar de dial ipso facto, pero hoy me he dicho..."¡venga, Bruno, con dos cojones, que tú puedes...". Y no me he movido. Gran error. Como Miguel Strogoff en manos de los verdugos mogoles, he apretado los dientes dispuesto a soportar la tortura auditiva. En la segunda estrofa ya me revolvía como una res a la que están marcando a fuego. Y cuando ha llegado lo de "pollo asao, asao, asao con ensalada..." un fuerte espasmo de horror me ha hecho perder la conciencia...Acabo de despertar bañado en sudor. La canción ya ha acabado, a dios gracias, y ahora suena una ponzoña de Celtas Cortos. Y yo he vuelto a fracasar. Otra vez. Ahora me voy a descansar. He perdido dos kilos y me tiembla el pulso de forma incontrolada. Soy un guiñapo fuera de juego.¡Pero estoy vivo¡¡Qué más puedo pedir¡.

martes, 11 de octubre de 2011

MONÓLOGO DEL INDESEABLE PASOTA POCO ANTES DE QUE LE RETIREN TODO DERECHO A QUEJARSE

Alguien dijo una vez que "el terror es despertarte por la mañana y darte cuenta de que tus antiguos compañeros de instituto están dirigiendo el país". El terror aumenta hoy, cuando les veo afilando los sables de una campaña electoral. Please¡. Help¡. No quiero sus inútiles toneladas de papeles en mi buzón (joder, que alguien pare esa estúpida sangría ecológica); no quiero sus taradas musiquillas de siempre escupidas sin control bajo mi ventana; no quiero sus esloganes congelados, ni sus caretos de profiden y fotoshop asediando mi aldea mental...Voy a cerrar todas las rendijas, bajaré las persianas, presionaré el stand by de mis canales de recepción durante una buena temporada, intentaré minimizar los daños cerebrales... apagando radios y televisiones, tapando mis oidos con cera ardiendo, mis fosas nasales con guaté naranja, aguantando la respiración bajo el agua todo lo posible esperando que todo pase, y disfrutando aquí, en una esquina de la piscina, de estar en otro mundo, hipercentrado en mi respiración y en los sonidos siderales del aluminio cuando araña los azulejos subacuáticos, sintiéndome en otra galaxia mientras ahí fuera los bocazas, los vendebainas, los duermeovejas repeinados con Cementol vendimiadores de votos se adueñan del mundo y ladran consignas, contagian bostezos, lobotomizan a traición en sucias emboscadas mediáticas pagadas a escote por sus víctimas (que , quién sabe, tal vez ya no se merezcan otra cosa). Por dioossssss, qué aburrrriiidoooooo es todo esto. Escupo bajo el agua. De mi boca surgen burbujas azules. Y cuando la última desaparece sonrío y toda esta mala leche se disuelve, desaparece, ya no existe, exorcizada con unas cuantas palabras, una epiléptica entrada de blog. Y ahora soy intocable. Como una cauta nave espacial, activo una barrera magnética a mi alrededor. Navego en el espacio sin miedo, sin teneros en cuenta porque ya no existís. Sé que dirección tomar. Qué actitud adoptar. Voy a ir a lo mío.

lunes, 5 de septiembre de 2011

PRIMOS

No pude ver hasta el final "Balada Triste de Trompeta". Al poco me dolía hasta el alma.La peli me pareció una chorrada de tomo y lomo con una infamia añadida: el talento y el pastón que son sistemáticamente desaprovechados, plano a plano, a lo largo del infumable film, supongo que con el visto bueno de Alex de la Iglesia.
"Pagafantas" me divirtió, tiene momentos frescos y divertidos...Sin embargo "No controles", la segunda de Borja Cobeaga, ha conseguido mucho más: hacerme tocar el techo de la vergüenza ajena, sumergirme en un bostezo sin fondo, alucinar en colores ante tanta tontería y conocer al actor con menos vis cómica de la galaxia: Unax Ugalde. Gracias Borja.
Almodóvar no cuenta conmigo desde hace mucho tiempo. Y desde luego no lo va a hacer ahora, con esta de la momia. Uff , qué pereza.
¿Qué va a ser de mí? Pues que lo seguiré intentando. Una y otra vez. Porque de vez en cuando surge una película que me hace pasar un buen rato. Y un buen ejemplo de ello es "Primos". Cine mayoratorio, sin pretensiones, hecho con gusto y buen rollo. Además rodada en un pueblo que adoro: Comillas. Todavía hay esperanzas.
Aunque todo es cuestión de opiniones, claro. Igual Comillas no te gusta...

jueves, 1 de septiembre de 2011

SI TE CASAS, CACAHUETE


Cualquiera que piense que una pareja por el mero hecho de estampar unas firmas y casarse por lo civil o por la iglesia o por lo que sea ha de tener más derechos que otra que conviva de pleno acuerdo ha de detenerse aquí y reflexionar…
5-4-3-2-1-0…Bien. Si d
espues de reflexionar no has cambiado de opinión creo que estoy ante un perfecto imbécil.
Me parece muy irritante que, en pleno siglo XXI una pareja al minuto siguiente de casarse tenga derechos que otr
a, aunque lleve toda una vida de relación o convivencia, no tiene.
Y quien diga que constituirse en pareja de hecho iguala condiciones debe informarse. Solo un poquitín . Le aseguro que va a cambiar de opinión.
Reconocido el derecho de los homosexuales a casarse, el de las ballenas a trotar por los oceanos y el del plástico a autoinmolarse (avances estos que son de cajón), parece que ante algo tan obvio y tan modificable (no es algo abstracto, son leyes que se pueden cambiar) como lo de la equiparación total de derechos entre casados y parejas en convivencia es un tema
tabú, apartado sospechosamente de la discusión pública, a pesar de que según un estudio reciente más de la mitad de las parejas menores de 30 años que conviven lo hacen sin pasar por el matrimonio. O sea, que estamos ante una fricción real, todo un desenfoque social.
Y este es un tema que me pone de verdadera mala ostia.
Porque además pienso que una pareja podría optar por no convivir bajo el mismo techo (que parece la medida de todas las cosas), vivir cada uno en su propia casita y organizarse como les diera la gana. Y serían una pareja.
Y me pregunto: ¿Qué pensará el 15-M de todo esto?

lunes, 29 de agosto de 2011

ALGO PASA EN MANCHESTER

WU LYF son la nueva promesa de Manchester, una ciudad con pedigrí musical que ha dado bandas de la talla de Oasis, Joy Division, The Stone Roses, Happy Mondays, Chemichal Brothers o The Smiths, por poner solo unos ejemplos. Una ciudad con altas dosis de desesperación postindustrial y creatividad callejera en un constante pulso con la cercana Liverpool (el primer ferrocarril de la historia unió estas dos ciudades, desde entonces la rivalidad es constante). Corren tiempos duros aquí, como atestigua la facilidad con la que los disturbios londinenses se extendieron hasta estos barrios.
WU LYF (World United¡ Lucifer Youth Foundation) llegan rodeados de un aura de integridad y combate. Son alérgicos a las entrevistas y dícese que han rechazado ofertas de poderosas discográficas decididos a cumplir el sueño eterno de no perder el control de sus propios pasos. "Go Tell Fire To The Mountain", su único album hasta el momento fue grabado en una iglesia abandonada de las afueras de Manchester. Y tiene un aire especial: gargantas quemadas, voces caníbales que distorsionan y berrean palabras difíciles de entender, una intensidad gospell y clima tribal. El resultado llama la atención. Y el video tiene algo de crónica de este extraño verano 2011.

domingo, 28 de agosto de 2011

EL VERDADERO ALMA DE LA FIESTA

Si un día de estos se me apareciera un genio maligno y me dijera: "Escucha, mísero mortal, ya no tengo paz ni dentro de la lámpara, harto estoy de tanta fiesta, tanta aste nagusia y tanta ostia en vinagre. Voy a poner punto final a todo esto. Voy a arrasarlo todo. Todo menos una cosa. De tí depende cual". Diréis: vaya brete. Pues de eso nada. No iba a dudar un solo segundo. Adiós a los toros (con gusto, pa qué negarlo), a las txosnas, a los fuegos y al txupín. Ná de todo eso. Yo me quedo con los autos de choque. Al resto ya le pueden dar.
Afortunadamente no soy el único. Somos legión los que vemos en esta atracción sin par lo que Borges, ese gran empresario de frutos secos que escribía en sus tiempos muertos a la sombra de los pistachales, llamó El Aleph: ese punto concreto en el que se concentran todas las características del universo. Sí, ese lugar son los autos de choque. De todos los homenajes que se les han hecho (y que nunca serán suficientes) el de Los Desgraciaus destaca por su concisión descriptiva. La música evoluciona imparable a partir de la deconstrución armónica del bocinazo de la pista y se va elevando hasta el paroxismo final. La letra es canela en rama, conectando con la vida real sin complejos, alcanzando niveles líricos que para sí quisieran un Dylan, Natxo de Felipe o el mismísimo Bisbal. Todo un lujo, sí.

viernes, 26 de agosto de 2011

LOS MEGABILBAINOS

Esta ciudad, Bilbao, cuenta con unos personajes que se creen más bilbainos que nadie. Como liberales y librepensadores que son – y que nadie les diga lo contrario, porque entonces les llevan los diablos- pasean por las calles como pavos hinchados, de vermú selecto en vermú selecto, controlando que su corraleja se mantenga en los límites de la sana tradición y el buen fuste. Términos que ellos y solo ellos saben definir (¡faltaría más!) y que les puede llevar, como al inefable Jon Aldeiturriaga, gerente de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, a afirmar que lucir levantados los cuellos del niki no es bilbaino. Vaya, vaya. Estos Megabilbainos son endogámicos, se cuecen en las mismas pilpisalsas, comulgan en las mismas capillas del gran cocido vasco, se mezclan entre sí en los mismos eventos gratis total (a poder ser en marcos incomparables, con fondos de cultura gourmet, disfrutando de puccinilandia pero sin hacer ascos a springsteen) en los que se palmean las espaldas sin descanso. Son tambien muy amigos de regalarse entre sí titulazos como el de “Bilbaino de Honor” y otras chorradas de una estupidez siempre a prueba de balas. Ellos son los propietarios de la ciudad, los demás vivimos de alquiler. Y gracias. Si el destino les lleva a un evento multitudinario son teletransportados a la zona VIP donde son tratados a cuerpo de marajá a costa del erario público o de la empresa organizadora que busca, con la rosca, un trato de favor. Cuando conviene, les basta un telefonazo para aparecer en los periódicos respondiendo a las preguntas que ellos quieren responder, pero cuando un despistado plumilla les busca ellos nunca están. Acuden perfumados a la radios y televisiones, donde se les trata sin excepción con un sumiso guante de seda, como mucho en clave de jiji-jaja, qué-bien-lo-pasamos-todos, entrevistas de las que siempre emerge un tipo campechano, jatorra y superguai que ¡aaaaamaaaaaaa! Bilbao como nadie y que tiene un poco de prisa porque le gusta ir a los toros en la Aste Nagusia. ¡Hoy torea Ponce!. Y la invitación le quema ya en el bolsillo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ESCENAS DE LONDRES

El Kapu camina delante de mí con el txoto sobre la cabeza, atosigado por la lluvia cazurra que ahora cae a plomo sobre Londres. Ante nosotros, la avenida de seis carriles se pierde en la niebla húmeda del horizonte. Autobuses de dos pisos y coches de todas las marcas zumban a nuestro alrededor con los limpiaparabrisas diciendo “no” una y otra vez. Say no, no, no. Como en la canción de Amy. A nuestras espaldas hemos dejado el barrio de Camden, una de las mayores concentraciones de moda excéntrica, diseños paranoicos, cocinas variadas y centros de tatuaje y perforación de todo el mundo. El lugar que eligió Malcolm McLaren como punto de partida para su surrealista cortejo fúnebre. El distrito que la Policía londinense corrió a controlar apresuradamente hace tan solo unos días, cuando estallaron los disturbios de los que habla todo dios. Porque esto arde muy fácil y a lo grande. En lo humano y en lo material. Ya se vió hace tan solo dos años. Camden ha conocido mejores momentos, pero aún conserva músculo y excitación suficientes para poner tus cinco sentidos en alerta naranja. Salvo que estés muerto. Como Amy. O muy drogado.
Hemos llegado hasta aquí en el metro (aquí, dícese "underground"), a bordo de la Northern Line, la línea marcada en negro, conocida entre los londinenses como la Misery Line por su funcionamiento imprevisible. Hoy se ha portado bien. Sin sobresaltos. Y aquí estamos. Nuestro objetivo es encontrar el Jazz Café, donde esta misma noche actúa José Feliciano, un mito viviente, un curriculum galáctico, un todoterreno musical capaz de transitar las sendas del pop, el jazz, el bolero y la bachata a un tiempo y sin despeinarse.
- Algo va mal, creo que nos hemos equivocado- dice El Kapu frunciendo el ceño bajo la lluvia y ante un panorama cada vez más desolador- .
Caminamos en dirección contraria.
Efectivamente, desandamos el camino para comprobar que el Jazz Café se encuentra a veinte metros escasos de nuestro punto de partida. Desde el exterior, el local tiene el aspecto de una whiskería fina. A través de una cristalera ahumada se perciben botellas caras y relucientes alineadas bajo luces verduzcas y rosadas. El armario negro que defiende la entrada nos mira como quien ve dos acelgas mojadas y responde al par de humildes preguntas de El Kapu con la simpatía de quien está sufriendo una perforación de úlcera y ha encontrado al culpable. Remata la jugada señalándonos un papel en el que se detalla la existencia de un derecho de admisión al sagrado local y las condiciones del mismo. Tolerancia cero, la moda Cameron para el Londres de hoy. Obviamente el cancerbero ya nos ha catalogado. Y no estamos en el casillero de los respetables clientes que consumen Moet Chandon. El muy cretino no sabe que apenas bebemos otra cosa.
- ¿Qué te ha dicho? –le pregunto a El Kapu, que lleva las riendas del lenguaje de los nativos, el mismo en el que yo invierto toneladas de ignorancia- ¿a qué hora empieza Feliciano?.
-
Me ha dicho que a las nueve y nueve.
-¿A las nueve y nueve?
-
Pues sí. Nain-nain, eso ha dicho.
-¿Qué raro ,no? A las nueve y diez tendría un poco de lógica, pero a las nueve y nueve…
-
Pues eso ha dicho, nain-nain.
Así que mientras decidimos si Feliciano sí o Feliciano no, llenamos un poco el buche a la manera italiana y luego nos dirigimos al “World´s End”, nombre más que apropiado para u
n señor Pub que pasa por ser uno de los más grandes de Londres. Sentados en sendos taburetes, trasegando unas pintas de Guinness, charloteamos ante un enorme ventanal por el que desfila la fauna variopinta de estos lares. Esto es la gloria. Nos sentimos vivos y afortunados. Que no es poco. La lluvia, ahí fuera, va cesando. A nuestro lado un grupo folk abre un túnel del tiempo directo al medioevo a base de violines, flautas, guitarra y percusión. Bajo nuestros pies vibran las complicadas tripas de Londres. Cloacas y ríos soterrados. Y túneles. Túneles y más túneles: los activos y abandonados del “underground”; la inmensa red subterránea del servicio de Correos, capaz de trasladar una carta de un extremo a otro de Londres en cuestión de pocos minutos; túneles blindados del Banco de Inglaterra, por los que se distribuye el dinero a los bancos, de caja fuerte a caja fuerte; incluso los almacenes Harrods cuentan con su mundo subterráneo de almacenes, frigoríficos, bodegas e incluso su estación de policía. Todo eso y mucho más conforma el otro Londres, el que late bajo nuestras suelas, un mundo oculto y tenebroso, negro como nuestras Guinness, en el que reinan millones de ratas pardas llegadas desde Rusia en el siglo XVIII para desplazar por los siglos de los siglos a la más endeble especie local. Sentados pues sobre ese cosmos, viendo caer ya la luz del día, bebemos nuestras pintas mientras más al sur de la ciudad, en la Royal Court of Justice, se reparten penas durísimas a los implicados en las revueltas. Algo que, a buen seguro y a la larga, no traerá nada bueno. Trago va y trago viene: bebemos nuestras pintas sin saber que más tarde, explorando el barrio, toparemos con músicas nocturnas, laboratorios sonoros al aire libre, en los rincones más químicos de Camden Lock.
Bebemos nuestras pintas sin saber que finalmente, algo más tarde, veremos y oiremos al gran José Feliciano. Lo haremos desde la calle, sobre la acera y a través de los cristales ahumados de la entrada del Jazz Café.
Pero lo haremos. Porque cuando a El Kapu se le mete algo en la mollera…

viernes, 12 de agosto de 2011

OPERACION ASTE NAGUSIA

Siempre hay un imbécil que justo cuando acaban los fuegos artificiales, sin esperar ni un solo segundo, arranca el coche y se abre paso entre la masa de gente a golpe de bocinazos. A este subnormal este año le vamos a hacer comer su cuatro ruedas tuerca a tuerca. Cuando haya ingerido todo el Citroen, será elevado gracias a una plancha imantada hasta lo más alto de la grúa Carola, desde donde podrá seguir de forma privilegiada no solo las fiestas de este año, sino tambien las de los treinta siguientes.
Siempre hay un carachorra, tambien, al que la inmoderada ingestión etílica le hace creerse Fred Astaire. Indefectiblemente le sucede cuando más rodeado de gente está, preferiblemente en la órbita de las txosnas y lugares concurridos de alterne, que constituyen su hábitat natural y biozona de nidificación. En realidad lo único que hace es bailotear como quien pisa de pronto ascuas encendidas, con la cabeza caída y bamboleante sobre el pecho, girando sobre sí mismo con los dos apéndices superiores – cuyos extremos prensiles, similares a lo que en alguien normal llamaríamos manos, transportan, respectivamente, un caldo cervecero con el que riega a su entorno y un filtro de cigarro que aún se consume de forma pestífera- apéndices superiores, decía, que este nureyev local mantiene medio levantados en un claro homenaje a la jota navarra. Acompaña el pavo esta fascinante coreografía con unos sonidos vocales del tipo “naaaaa naaaa na na naaaaa” o algo así que, intentando ser musicales sin lograrlo, cumplen eso sí la condición de no coincidir nunca, ni por asomo, con la canción que suena en ese momento. En realidad, ni con esa ni con ninguna. Son sencillamente inhumanos. Para acabar con este pesadillesco personaje es necesaria la unidad. Me explico: normalmente la masa cariacontecida se abre y le deja un hueco al showman. Este año no. Este año en cuanto dé el primer saltito nos vamos a cerrar sobre él y cuando nos volvamos a separar solo va a quedar la colilla y el vaso de plástico.
Hay tambien lelos que cuando pillan un micro (donde sea) se lo meten hasta las amígdalas, lo ponen al máximo y berrean como cerdos en san martín idioteces monumentales; hay concejales – y alcaldes- que hablan a la ciudadanía con un tonillo jesuíticamente autoritario, tal y como se dirigiría un padre a unos niños traviesos y descerebrados (en Bilbao, el barbado Sabas intentando prohibir la harina en el txupinazo); hay komparseros superestars que creen haber inventado la fiesta y que les pertenece un poquito más que a tí y políticos que la ven como una campaña electoral; hay cacos con la piel de mil colores que ahora mismo ya tienen puesto el ojo en tu casa; toros que están pastando bajo el sol vertical de Salamanca y vendrán hasta aquí , hasta una plaza de arena gris, a pasarlo de muerte bajo la mirada atenta y popular de Ramontxu "Nomepierdounacorrida" García; empleados de la limpieza con depresión pensando en la enorme cagada que se les viene encima; ratas avariciosas pergeñando cómo pegar el palo a los guiris que nos visitan, palo, sí, palo en las terrazas, en el plato de bacalao a la vizcaína, en la tortuosa carrera en espiral patrocinada por el taxista camino del hotel…
Y aún así, a pesar de todo, estas fiestas que llegan son cojonudas. Porque la gente, en su inmensa mayoría, lo es.
Postdada: Por cierto, advierto este año en el populacho un grave descontento con la programación musical. Pero…¿por qué?...¡si están Oskorri y Kepa Junkera¡ Aquí lo que hay es mucho ingrato.

lunes, 8 de agosto de 2011

NI UN PUTO BLUES MÁS, POR PIEDAD

Abro la puerta y entro. El bar está vacío, si excluimos a Treska y todo un ejército invisible de bacterias bien alimentadas y en pie de guerra. Avanzo sin problemas hasta el taburete del fondo, junto al teléfono góndola rojo de toda la vida y el rebujo de periódicos sobados y revistas sudadas a juego. El trono reservado a los más veteranos. El Supertaburete. El observatorio ideal, si es que hubiera algo que ver.
Tomo asiento. Frente a mí, desde el otro lado de la barra, Treskatorce (o sea Jose Ignacio Pisuerga = "Pi" = 3,14 = Treska) y los Ramones muertos de su camiseta me observan con atención quirúrgica. Y mucha guasa. Las puntas de nuestras narices están a un palmo. Nos separa, a la altura del pecho, una muga de madera gastada. Apoyado en ella, el tío me mira y sonríe como un cocodrilo al sol. Tiene motivos. Soy un chiste.

- ¡Vaya, vaya¡ ¡A quién tenemos por aquí¡... ¿Cuánto tiempo?.. ¿Seis o siete glaciaciones?...¿un par de años luz?- musita el muy capullo en plan tony soprano, perdigoneando de paso como el aspersor de un campo de golf. En la q. En la p. En cada una de las tes. Recibo en plena jeta la lluvia radioactiva con el estoicismo de un fakir.

Últimamente he decidido hablar muy poco, lo mínimo, que sepáis. Tengo mis razones. Ya contaré, o no, ya veremos. Ahora, por ejemplo, mantengo el buzón closed, sellado hasta nueva orden. ¿Véis?. Es muy simple: dejo pasar los segundos, espero a que Mister Chernobyl o quien sea sigan piando. Y pían. Echando leches.

- Esto hay que celebrarlo...invita la casa- remata sin más a falta de algo mejor que decir. Vaya, vaya. Buenas noticias.

A Treska, que se ha trabajado una colosal barriga gracias a la concienzuda y sistemática ingestión de cataratas de cerveza , moverse en el estrecho corredor de la barra no le resulta nada fácil. Resopla como un vitorino en la curva de Estafeta mientras se desliza encajonado ahí detrás de la única forma posible: de lado, la cosa no da para más. El caso es que avanza. Con cierto arte. Nada que ver con Billy Elliot. No. Más bien parece salido de Bob Esponja. El Supercangrejo rokero o algo así. A la fuerza tiene que estar sufriendo un desgaste de cadera demoledor . El pobre. Finalmente parece haber llegado a algún sitio, farfulla no sé qué, se inclina sobre el refrigerador y revuelve en sus entrañas como si le hiciera la autopsia. Un ruido de cristales chocando entre sí se une a la música ambiente, un infumable blues de los de toda la vida, con voz lloriqueante, tediosos punteos y toda la puta pesca amodorrante y jurásica campando a sus anchas. Y aquí hago un parón, mis panas, para poneros sobre aviso de una verdad inmutable: aquí, en este cuchitril, solo blues, chicos, solo blues para vuestras orejas, estáis en la Iglesia Pentecostal del Gran Lamento Algodonero. Aquí no vais a escuchar otra cosa. Quitároslo de la cabeza. Blues y solo blues. Os lo dice un veterano.

Deshaciendo de forma estruendosa el camino llegan al fin las sanmis, la megatripa y Treskatorce, todo junto y por este orden. Fuera, llueve que te cagas. Para variar. Me he librado por un pelo del tsunami ese. El botellín está tan frío que me anestesia la palma de la mano. Amorramos al unísono un trago. Bajamos al tiempo. Sincronía. Coreografía de tugurio. Birras Dancing.

Así que volvemos a estar de nuevo frente a frente, barra por medio, eso sí, buscando palabras que nos conecten y nos hagan sentirnos parte activa de este cosmos inestable y cruel, cuando un negro subsajariano atraviesa el umbral del bar chorreando hache-dos-ó y arrastrando un mega-bolsón en el que, por su tamaño, puede esconder eurodisney al completo. O la bomba H. Va vestido como para una travesía en el Polo Norte y roza los dos metros de altura. Indolente, sin decir una palabra se acerca a nosotros, coloca bajo mi barbilla una torre de cedés y se petrifica esperando una señal. En fin, qué os voy a contar. ¿Os suena, no?. Pues eso.

A falta de otra cosa mejor que hacer, acepto la propuesta africana y decido echar un vistazo a los hits del "top barra". En un alarde de estrategia de venta, abre el desfile un engendro de El Canto del Loco. Puag. Pero bueno, hay muchos más. Los voy ojeando al tiempo que Treskatorce, por su lado, se da media vuelta con la desenvoltura de un elefante en una máquina de rayos UVA para encarar el reproductor y cambiar la banda sonora del local...¿Cambiar?. ¡Ja!. ¿Qué os dije?, escuchad: ahí lo tenéis, otro trago del cáliz sagrado del blues, más de lo mismo, ¡cómo no¡.

El negro tambien se mueve. Abre el bolsón con parsimonia y deposita ante mí una nueva columna de cedés surgidos de las destilerías clandestinas de la cultura manta.

-¿Busta claton? - dice en un susurro grave que, sin embargo, se impone perfectamente a la música ambiente. Caigo en que debe estar hablando de Eric.

-¿Clapton?...¿Eric Clapton?- confirmo, por si las moscas...

Treskatorce me oye, se gira ofendido y transforma sus ojos en dos lanzagranadas que apuntan en mi dirección.

- ¿Clapton?- escupe el cabrón con el mismo tonillo indignado con que reclama los fueras de juego en San Mamés- !no irás a comprar nada de ese mierda¡ ¿no, tío?...

Normalmente ni de palo. Antes me dejaría sacar las uñas con un alicate, pero sólo por joder a este fundamentalista del ritmo me entran ganas de hacerlo, sí, hasta soy capaz de llevarme a casa lo último de Eric, a quien considero uno de los tíos más aburridos, moñas, planos y sobrevalorados de la historia del rock. En mi hit- parade de horrores sónicos ocupa el tercer puesto. El primero es para Mark Knoffler, ya lo he dicho.


- El blues es negro, tío, ¡n-e-g-r-o¡. En eso los blancos lo único que han hecho es puta mierda. Y el capullo del Clapton es blanco, tío, blannnn-cooo... ¿capichi?...¡una puta sanguijuela, ya te digo¡ - sentencia el oráculo tabernario agitando en la mano su botellín de sanmi como los monos hacían con el hueso en la peli esa de kubrick en la que no se entiende ni ostias.

El único negro de la escena ni se inmuta. No opina. Ni por alusiones. Está programado para esperar. No hay prisa. Su cabeza está lejos, muy lejos...

Hasta que Treskatorce entra en ella con la delicadeza de una motosierra.

- Tú, Mobutu -le suelta en un alarde de diplomacia-, ¿tengo razón o no?

- Noshé- responde la estatua africana.

Treskatorce le repasa de arriba abajo, luego me dirige una miradita tuit del tipo "¿tedascuén?". A continuación compone el gesto facial de quien masca una gamba podrida (una visión que no deseo ni a mi peor enemigo) y vuelve a la carga.

- ¿Que no sabes? ¡Albercolins, yonlijúker, bibikín...¡ ¡Joder! ¿ te gustan o no?

- Noshé- repite la efigie de ébano sin moverse un nanomilímetro.

Y ahora es cuando Treska, al borde de la apoplejía, se lanza en picado.

- A ver...¿a tí qué te gusta? ¿qué es lo que escuchas? -ulula un tanto fuera de sí.

Lenta, muy lentamente, la estatua mueve unos ojos rojos, muy rojos, le mira y susurra con voz grave:

-Gusta báner.

-¿Báner?...¿Bááááner?- las asombradas cejas de Trescatorce intentan tocar el techo del bar mientras su mandíbula inferior se dispara justo en dirección contraria, pegándose a la pechera, justo en la M de Ramones. Su boca abierta de par en par es el portal de entrada a la Exposición Internacional de la Caries- ¿Báner?..¿qué hace?...¿rap?...¿ji-jóp?...

- Risha Báner - amplía el monolito totémico. Como si sirviera de algo.

-¿Risha Báner?- Trescatorce está atascado. Su cerebro está sufriendo una sobrecarga de tareas. Me mira a mí, luego al moreno y de nuevo a mí. Aquí está pasando algo y no acaba de pillarlo. Pero tampoco va a dejar pasar una ocasión así. Si el puto Báner ese le gusta a este negro, es que algo tendrá...Ellos saben, los negros estos...¡El ritmo les pertenece, joder¡...¡Ellos lo inventaron!...Báner puede ser su fichaje del año. Paciencia, Treska, se dice a sí mismo, ommmmm, aquí hay que seguir rascando, con astucia...

- A ver...¿cómo se escribe?- y pone un bic semidevorado sobre la barra con la energía de quien da un órdago de dimensiones cósmicas.

El negro, como a cámara lenta, deja la bolsa cuidadosamente en el suelo, agarra el boli con una mano y empieza a escribir en el margen oleaginoso de una página de Interviu con parsimonia, letra a letra, muy lentamente, ante la mirada taladrante de Treskatorce. Fuera, justo ahora, suena un trueno que hace temblar las paredes del bar.

Poco a poco, sobre el papel aparece R-I-C-H-A-R-D...Y luego una W, una A, una G, una N, una E y una R. ¡Wagner¡ ¡Richard Wagner¡...Jooooodeeerrrr.

- ¿Baaaagggggneeerrrrr? - Trescatorce retrocede como si hubiera recibido un tiro en el pecho. Su cara es una pirotecnia de convulsiones, un abismo abierto a la perplejidad más absoluta - ¿te estás quedando conmigo, tíoooo?...

Hacen falta aún cinco largos segundos para que un cuchillo de luz consiga abrirse paso por sus entendederas desgarrando todo lo que encuentra a su paso. Treskatorce siente, de pronto, que su mundo ha desaparecido y él estaba de vacaciones. Que nada es ya lo que era. Los valores, los santos valores se han ido a tomarporculo. Su nave se hunde sin remisión y, si quiere salvarse, va a tener que reformatear su vida cuanto antes. Y todo por culpa de Wagner. Se va a tener que poner las pilas. Vender el bar. Viajar. Hacer taichí. O apuntarse al Jarecrisna. ¡Cualquier cosa, joder, menos seguir así: fuera de juego, en la puta innopia, orsay total!... Necesita otra birra. ¡Y ya¡.

Ajeno a la hecatombe existencial que tenemos delante, el negro me susurra:
- ¿Bustastín?
O sea, que si me gusta Sting. El moñas de Sting. Mecagüenlaleche.

sábado, 23 de julio de 2011

BREVE HISTORIA DE LA CRUEL CARRERA HACIA LAS FUENTES DE LA MÚSICA VASCA











Derrumbado en una de las mesas del viejo Café Iruña, con la barba hundida en unas partituras ancestrales, Natxo de Felipe dormitaba felizmente esa tarde de lunes cuando el sacristán de la Parroquia de los Santos Juanes se acercó hasta él para sacudirle la modorra con un par de enérgicos meneos y comunicarle que, de forma sorpresiva, Kepa Junkera había partido a la búsqueda de las fuentes de la música vasca. Con una voz de barítono iracundo que hizo temblar las paredes del local, Natxo soltó un sonoro “rediós” e inmediatamente, de un salto, se puso en marcha. El niñato de la trikitixa le había cogido ventaja, el muy cerdo, así que no había tiempo que perder. Reunió a sus patrocinadores y les expuso claramente su plan: llegar cuanto antes al puerto de Oba y contratar allí porteadores suficientes para remontar a pie la orilla izquierda del río Bakoak hasta las montañas del Acorde Perdido, en cuyas cumbres se encontraba, según todos los indicios, el lago del que fluyen desde tiempo inmemorial todas las músicas vascas. Como era habitual, su vibrante locuacidad y su mirada incendiada, como de derviche en trance, convencieron a todos los presentes. Junkera no era un problema. Podían tener la absoluta certeza de que él, Natxo de Felipe, tomaría la delantera en menos de una semana. Reunido en un plis plas el dinero suficiente para la aventura, a la mañana siguiente, el músico partía rumbo a la misión más trascendental de su vida.


Mientras tanto, Junkera, consciente de que su baza más poderosa residía en mantener la ventaja adquirida, avanzaba con una rapidez inusitada a través de la jungla de Baztangonga gracias a una artimaña tan sucia como despiadada: justo a la cabeza de la expedición, dos fornidos chagas transportaban un enorme megáfono que escupía sin pausa, una vez tras otra, expandiéndolos por la selva, los sones de “Marijaia”. Una treta infalible: a su paso, las tribus cuya hostilidad o deseos de trueque hubieran retrasado la marcha del grupo huían despavoridas dejando desiertos los poblados, y los animales –desde los grandes felinos hasta los mosquitos de la malaria- ponían pies y alas en polvorosa. Prudentemente, para evitar un rapto de locura colectiva, Kepa había repartido tapones para los oídos entre los porteadores y él mismo avanzaba con unos cascos aislantes pegados a sus orejas. Como había hecho a lo largo de toda su carrera, tambien aquí intentaba mantener el nivel de riesgos en cota cero.


Tras una travesía agotadora, Natxo de Felipe desciende al fin del paquebote que le ha llevado hasta el puerto de Oba con un disfraz que le viene al pelo: el de misionero. Así ataviado, ante la mirada atónita de los nativos se dirige al único tascucio del pueblo y se mete media botella de aguardiente de mandrágora que se despeña gaznate abajo, arrasando todo lo que encuentra a su paso. Con el vidrio medio vacío en una mano y un látigo en la otra, dando feroces voces de mando, reúne en la ardiente explanada portuaria a la docena de negros que ve más despiertos, les carga con las paqueterías que han sido depositadas al pie del barco, se asegura un guía de confianza y parten en fila india como llevados por el diablo. Él abriendo la marcha, resoplando como la máquina de un tren, quince perros escuálidos ladrando a su alrededor, sotana arremangada. No hay tiempo que perder. El advenedizo de la trikitixa va a saber de una vez por todas quien manda aquí. Con el calentón, mientras se adentra en la jungla seguido a marcha forzada por el grupo de negros resollantes, a Natxo se le escapa un irrintzi.


Así que ya tenemos a las dos expediciones siguiendo el curso del Oba hacia el norte, camino de las Montañas del Acorde Perdido. Junkera, con equipaje más ligero y manteniendo a raya (o eso cree él) los peligros de la jungla a golpe de “Marijaia” lleva tres jornadas de ventaja a De Felipe, que una y otra vez, cegado por la codicia, pierde un tiempo precioso en engorrosos trueques con las tribus que salen a su camino. Seis de los pesados baúles que arrastran sus chagas comienzan a vaciarse del txakolí y el queso de Idiazábal que contienen al tiempo que se van llenando de oro, diamantes y piezas de marfil. Pero tambien intercambia información. Por boca de los “nkuwus” puede saber que el “demonio blanco del chunda-chunda” está a tres días hacia el norte y marcha a gran velocidad. Los lalobalobas le hablan de un atajo para ascender las montañas. Los samburus, por su parte, le confirman que una vez en la cumbre, la cordillera traza un gran círculo, un circo natural lleno de agua habitado por los “dioses del ruido”. “El lago, piensa para sí Natxo, la fuente de la música vasca, el lago…De Felipe, suena bien…Lago De Felipe, suena muy bien”. Con la emoción, se le escapa un irrintzi. La delegación samburu huye despavorida.

La mamba negra no solo es la serpiente más rápida del mundo. Tambien es una de las más venenosas. Y además, para desgracia de Junkera, es sorda e inmune por lo tanto a la pachanga disuasoria que acompaña el avanzar del rekaldetarra, que recibe con más sorpresa que dolor la mordedura del reptil , un especimen de más de tres metros de longitud. Algo le dice que está perdido salvo que medie algún milagro. Con gestos ordena que se detenga el runrún del gramófono y señala los dos orificios sangrantes que ahora luce en el cuello. Los chagas saben que esas dos marcas son un pasaporte rápido hacia el Reino de las Tinieblas, ponen los ojos desorbitados de quien se enfrenta a lo trágicamente irremediable y comienzan a emitir de su garganta unos sonidos oscuros , graves y percusivos que a Junkera, que ahora se tumba sobre la acolchada vegetación sintiendo las primeras dificultades respiratorias, le suenan definitivamente mortuorios. Ay, ay, ay.

Mientras tanto, Nacho de Felipe, bajo los efectos de pócimas alucinógenas que el guía, además y de paso adivino y horoscopista, le suministra con regularidad, avanza con paso decidido bajo la atenta mirada de zorros orejudos, impalas, marabús, queleas, gangas y gacelas, impresionados todos por semejante despliegue de energía en un macaco bípedo. Machetea el arbustamen como un poseso, avanza como un bulldozer con la pechera repleta de insectos sin catalogar y la barba convertida en un nido para las arañas que va arrastrando a su paso. Le da igual. Se siente inmune a todo. En plena forma. Tras él, los porteadores luchan por seguirle el paso y, al tiempo, intercambian miradas que no anuncian nada bueno. Así, el falso misionero a toda mecha y el resto como buenamente les da la vida, ascienden una loma y ven, al fin, allá a lo lejos, las impresionantes cumbres de las Montañas del Acorde Perdido. Una visión de órdago. Emocionado, a Natxo le sobreviene un nuevo irrintzi.

Que llega hasta los oídos de Junkera, que pide por señas, en un último esfuerzo, y mientras siente como el veneno de la mamba recorre sus venas, que le acerquen su trikitixa. Y aquí es donde la música vasca va a vivir uno de sus momentos estelares. Acompañado por los fonemas percusivos de los chogas, arrullado por la letal toxina y los aromas más profundos de la sabana, sintiendo como el oscuro manto de la Parca va nublando su vista, Kepa Junkera saca de la trikitixa sonidos de una sensibilidad estremecedora. Y así, tras tres minutos de una belleza inconmensurable, el destino, siempre juguetón, se encarga de fundir la última nota con el último aliento del bardo explorador. Cuando eso sucede, tras caer ese telón, los chogas se reparten el material y se dispersan por la jungla. Pero no sin antes destrozar con saña el gramófono y cualquier ponzoñoso vestigio de marijaia.


Cuando el sonido de la trikitixa llega hasta los oidos de Natxo de Felipe, éste detiene la marcha de forma abrupta. Las notas del acordeón son un tsunami emocional que ahí, en medio de una nada cada vez más hostil, le trae al alma las cumbres del Gorbea, las nieblas del bosque de Oma, el techo de estuco labrado de Euskaltzaindia, los chuletones de Bérriz, las dulces subvenciones gubernamentales, el sirimiri visto desde la limusina, las lisonjas de los fans, el besugo al horno con sofrito, las jóvenes irakasles de camiseta apretada… Los ojos se le empañan, la nostalgia le escuece muy dentro, que le den por culo al lago, ahora mismo se vuelve a casa. Se da media vuelta y está punto de dar la orden a sus esclavos cuando una flecha ornamentadísima que sale de la nada se le clava en el hombro.



Los labongos atacan con trajes complejos (que a un tiempo les sirven de defensa) y máscaras cornamentadas, emitiendo potentes alaridos que hielan la sangre de sus adversarios. En un momento, masacran a un par de chogas y el resto, hartos del misionero locomotora y tanta tralla malpagada, escapa abandonándolo todo. Natxo consigue huir adentrándose en lo más espeso de la jungla. Corre como un loco ignorando que en realidad no es necesario, pues los labongos no le persiguen, no le persiguirían nunca, ya que consideran el simple contacto visual con el hombre blanco como origen de horribles maldiciones.



Unos días más tarde Natxo de Felipe tiene el aspecto de un náufrago. Está en los huesos, la blanca sotana hecha girones, la fiebre le hace delirar mientras asciende por las embarradas pendientes de las Montañas del Acorde Perdido. La herida del hombro, que aún mantiene en su interior la punta de la flecha, arde y palpita como una ardilla enloquecida. Lleva días alimentándose de raíces y unos gusanos blancos del tamaño de un dedo. Una lluvia torrencial y cabezona le acompaña en la ascensión.. Ha perdido el sentido del tiempo y de vez en cuando, en medio del delirio, recita poemas de Gabriel Aresti al tronco de un árbol o suelta caóticos irrintzis. Pero a pesar de todo sigue ascendiendo. Cada vez que cree llegar a la cumbre, se percata con gran dolor de que hay otro tramo en ascenso que quedaba oculto a la vista y así varias veces, gozos que van al pozo, como si la naturaleza se empeñara en castigarle por todos sus pecados. Las noches están llenas de terribles lamentos que le impiden dormir y ahí, en medio de las tinieblas es cuando le viene a visitar el fantasma de Kepa Junkera, con cuyo cadáver, aferrado aún a la acordeón y medio devorado por las fieras, se había tropezado en un recodo de la selva. El fantasma de Junkera se acerca a él, en medio de la noche, bajo una lluvia que no le afecta, envuelto en una luminosidad verdosa, se acerca, sí, tecleando su acordeón hasta susurrarle con la boca pegada a su oído “aurrera, Natxo, aurrera, y pelillos a la mar que a ese lago le tiene que poner nombre un vasco…y no cualquier alemán, éramos dos grandes, ahora solo quedas tú” y desaparece montaña arriba. Como un autómata, Natxo se levanta entonces y continúa la ascensión.


Pasó así un tiempo indefinido: ¿días?,¿meses?,¿años?. Hasta que un atardecer , cuando ya no había fuerza para más, cuando todo parecía perdido, cuando dejarse ir parecía la única opción posible, Natxo alcanzó una cumbre que parecía como todas las demás. Se arrastró hasta la cima y... Y entonces lo vió.


Ante él, cien metros más abajo, arrancaban las orillas del inmenso lago. Una gigantesca piscina circular encajada en un enorme anillo de cimas, la amplia corona de un rey, en uno de cuyos picos él se encontraba ahora. Sus aguas parecían hechas de mercurio, ese metal huidizo y misterioso por el que él, Natxo, destrozó más de un termómetro en su infancia. El cielo, de un intenso azul, era surcado por bandadas de artolas y panchopellos que se sumergían una y otra vez hasta salir con alguna desafortunada uranga en sus picos. Aquí y allá, la brillante superficie del lago era surcada por solemnes urkos, y agitada por guridis saltarines y chimberos alados. En las orillas, brincando de zarama en zarama de los enormes negus rojos, familias enteras de gari-garis se atiborraban a bananas, jugosos kortatus y semillas de andión. Entre vistosas flores, letes y xeys aleteaban de un lado a otro siguiendo las corrientes de la brisa.


Y había muchas cosas más. Tantas que eran inabarcables. Lo había conseguido. Todo era cierto. Él, Natxo de Felipe, estaba ante las fuentes de la música vasca. Mil sonidos celestiales arrullaban sus sentidos. Sentado, sin fuerzas, apoyado en el tronco de un iparragirre de gruesa corteza vió como el cielo pasaba del azul al naranja. Y luego, gradualmente, del naranja al rojo. Justo antes de caer la noche, con las sombras ya preparadas para hacer su trabajo, soltó su último irrintzi. El eskorbuto hizo que sonara débil. Muy débil. Casi inaudible.

viernes, 15 de julio de 2011

VIAJE AL FONDO DEL BBK LIVE

El BBK Live es una gozada. Se ve que la organización se preocupa de verdad por ti. Para ir entrando en ambiente, te comprimen entre las paredes de un autobús ¡gratuito¡ con otro puñado de ñus como tú, con un intenso olor a fosa común y la inevitable cuadrilla latasanmiguel en mano de tarados gritones (cuyo profundo ingenio multitóxico, expresado generosamente en forma de desgarradores bramidos, recorre una y otra vez un amplio y rico abanico conceptual que arranca en “hijoputaaaaaaa,juua,jua,jua” y concluye en “hijoputaaaaa,jua,jua,juaa” , aullado esto ni se sabe a quién y, por supuesto, sin un por qué terrenal; realmente entrañables estos sujetos, altamente jatorras, los marajás del protocolo y la elegancia, la chispa del verano y toda jaya que aspire a un mínimo pedigrí, perfectos -en suma- para practicar en ellos algún manual de torturas gurkas o calibrar la solidez de un bate de beisbol). El caso es que tras batir y centrifugar esa compacta y sudorosa masa humana a través de curvas y rampas (los adoradores de san miguel berreando, el olor alcanzando una intensidad genocida, el mundo disolviéndose en el horror), el autobús escupe la papilla resultante ( de la que, no lo olvidemos, somos un pequeño grumo) en un monte cercano a Bilbao, sobre un asfalto oscuro (ahora es de noche) y a varios kilómetros de cualquier señal de vida civilizada. Inteligentemente, antes de que nadie se arrepienta, el bus desaparece camino abajo, bruuuummmm, plof, plof, ploffff. Confuso, sin tiempo para lamerse las heridas, el grupo inicia una peregrinación carretera adelante, entre inquietantes tinieblas, que ríete del éxodo del pueblo de Egipto. Un pie y luego otro pie. Un pie y otro pie. Para arriba y más para arriba. En clara pendiente peri-pulmonar, turmaletiana, asfixiante. El trayecto va diezmando a la tropa. Peor que la selva vietnamita es esto. Algunos expedicionarios a tu alrededor caen víctimas de alimañas salvajes que surgen de los kobetarbustos , otros mueren entre convulsiones por el efecto de flechas emponzoñadas que surgen de la nada, pero el resto seguimos adelante. Bajo estrés. Preguntándonos cuando coño llegaremos a algún sitio. Y así, un pie y otro pie, mirada al frente, hasta que ante nosotros (los supervivientes) surgen al fin las luces del asentamiento rokero, la tierra prometida, el campamento base desde el que podremos atacar las oxigenadas cumbres de la música en vivo. Pero antes, los últimos obstáculos. Entrada zigzagueante y cacheo integral por si llevas un bazooka en el recto o-lo que es peor- un bocadillo no oficial (o sea, competitivo). Y un aviso final recitado por el de la entrada con voz sepulcral y mirada de avispa asesina: si salís ya no podéis volver a entrar. Coño, qué miedo. Pues adentroooooo.
Como es
tamos al final de la última jornada del popular evento, la mierda campa a sus anchas, así que avanzamos hundiéndonos hasta los tobillos en gigantescos grumos de espaguettis machacados, procurando no ser arrollados por zombis que van y vienen a piñón fijo en todas las direcciones del ruidoso recinto con la mandíbula inferior colgante, los brazos pegados al cuerpo y la mirada perdida en la nada. Deperl (que es bajita, ella) y vuestro servidor (que tampoco es Shaquille O´Neill ) alcanzan a ver a los barbudos Black Crowes allí, lejos, en un gigantesco escenario. Les prestamos algo de atención y en cuestión de tres o cuatro minutos ya flotamos por su culpa en un sopor protojipi inducido por los interminables solos guitarreros de estos veteranos sureños. Así que les damos la espalda (que Búfalo Bill nos perdone) para correr a experimentar en la zona gurmet las dos peores (y más caras) hamburguesas que comeremos en nuestras vidas y algún quintal de cerveza de festival (o sea, calentorra y sin fuerza) en vasos de cristal de bohemia con un preocupante aspecto a plástico barato. A nuestro alrededor, cientos de homínidos orinan aquí y allá, sin tregua, hasta haciendo el pino, lo que me hace pensar que, tras tres días que se llevan en esta dinámica, Deperl y yo debemos estar caminando sobre una enorme bolsa subterránea de amoníaco que, de explotar, coloca todo este circo en Saturno en un santiamén. Freno esa paranoia y diviso desde la loma en la que ahora nos encontramos a los Black Crowes, que siguen erre que erre allí a lo lejos ajusticiando a las primeras filas de la audiencia con acordes surgidos de la Guerra de Secesión americana, o sea, acordes de hace muuuuucho tiempo.
Pero un rato despues saldrían The Chemical Brothers y, ¡oh, amigos¡, todas nuestras peripecias comenzaron a cobrar un sentido y Deperl y quien esto os cuenta, henchidos de emoción, clavaron sus rodillas en la tierra sufrida , guarra e inmortal de Kobeta-Mendi para agradecer a los dioses del Espacio y el Tiempo que les permitieran estar allí en esos momentos y, además, sin padecer una gastroenteritis de órdago.
Y justo entonces, comenzó a llover.

jueves, 30 de junio de 2011

Final de partida

Lejos, muy lejos, en el fondo abisal, remoto y húmedo del universo, ruge un monstruo. El colosal tamaño de su cuerpo, de sus extremidades, de sus mandíbulas, resulta inimaginable para nuestro cerebro. Ha estado siempre ahí, en la oscuridad, desde que el tiempo es tiempo, retozón e indolente. Hasta hoy, en que se agita y ruge. Lo hace porque está harto de la raza de monos egoístas y crueles en que nos hemos convertido. Harto de nuestras estúpidas proezas cósmicas. Harto de esa panda de microbios bípedos que se creen la última coca-cola en el desierto. Somos un peligro que hay que amputar. A cualquier precio. Así que ahora brama por última vez antes de lanzarse a cruzar el espacio a una velocidad indescriptible, él, la Bestia Abismal, la Furia Primigenia, la Paciencia Agotada, atraviesa el universo ciego de ira. En un abrir y cerrar de ojos miles y miles de galaxias van quedando atrás y tan solo el roce de alguna macroestrella deja una marca leve en su piel. Los telescopios humanos le detectan en el mismo instante en que el planeta entero desaparece en su boca abierta y acelerada, semejando una aceituna azul entre sus fauces, un diminuto aperitivo suave y masticable. Y ya está. Un final apropiado y hasta piadoso para un mundo de mierda del que tan solo un segundo más tarde nadie recuerda nada.

miércoles, 29 de junio de 2011

A new life

Este año llegué a la noche de San Juan decidido a incendiar mis días. No es que estuviera insatisfecho por cómo eran hasta ese momento, no, qué va, para nada. Se trataba de otra cosa. Un impulso. Un antojo irracional: dinamitarlos en buena medida para construir unos nuevos, distintos, retocados desde su misma raíz para bien o para mal de su usuario, que eso ya se vería despues. Así que en la mañana del día 24 (tan solo este pasado viernes, ahora que lo pienso, y parece que ha pasado un siglo) me puse en marcha. Bajé a la vieja peluquería del barrio y ordené una poda craneal con maquinilla al cero. Poco a poco, en el espejo, frente a mí, fue surgiendo el veterano teniente coronel del Hare Krishna que parezco ahora. Con esa misión cumplida me dirijo a H&M y arramblo con todos los estilos y colores de ropa que nunca, nunca, nunca, hubiera elegido. Llego a casa. Empaqueto mi antiguo vestuario, los libros, las revistas, los cedés, desmonto la televisión, el dvd, doblo edredones y sábanas, amontono los suvenirs del tiempo, los regalos coagulados en las estanterías…Luego llamo a un número de teléfono que ofrece traslados a un precio económico…Está anocheciendo cuando aparecen dos oscuros sudamericanos a los que invito a hacer con todo aquello lo que les venga en gana. Alucinan. Poco antes de medianoche mi casa está vacía, si exceptuamos las bolsas aún hinchadas por las compras de H&M y una vieja radio que ahora escupe un tango en el que Carlos Gardel canta estos versos: “De noche se tensa la cuerda del miedo/La máscara cae en el frío cordón/La calle se fuga detrás del silencio/y aúlla el horrible animal del dolor”. Me ducho a fondo pensando que de este año no pasa: voy a ir a Buenos Aires. Sí.
Vestido con unos pantalones piratas a cuadros verdes y amarillos y una estridente camisa con vistosos anagramas de distintos hoteles de Las Vegas me lanzo a la calle con la intención de comer un kebab en el rincón más oscuro del Bronx bilbaino, justo al fondo de una calle donde no haya estado nunca, nunca, nunca. Repto por la acera. San Mamés arriba. Rumbo a Zabalburu. Y silbo algo. Bajo la presión de un calor anormal y sofocante, silbo algo. Cualquier cosa.

martes, 31 de mayo de 2011

La magia de Glastonbury

Los próximos 24, 25 y 26 de este mes de junio se celebra una nueva edición del que es para muchos el mejor festival de música del momento: el de Glastonbury, un fiestón campestre repleto de acontecimientos culturales que data de 1970, año en el que su alma mater, el granjero Michael Eavis, impresionado por una actuación al aire libre de Led Zeppelin, decide utilizar sus propiedades del sudeste de Inglaterra para airear a los grupetes del momento y, de paso, a su sufrido público. Desde aquella rudimentaria primera edición con los Kinks hasta el día de hoy, Glastonbury ha crecido y madurado de un modo impresionante, aunque sigue conservando un legendario aire alternativo que se plasma en una alta participación de organizaciones benéficas y de defensa del medio ambiente tanto en sus ganancias como en su organización. Año tras año el evento reúne un cartel musical para quitar el hipo. Y este año no ha sido menos.


A la hora de traer hasta este blog una actuación que ilustre la atmósfera que por allí se respira uno tropieza con la dificultad de elegir, pues está en la misma esencia de este festival el que muchos de los grupos y músicos que han pisado su escenario, tal vez bajo la influencia de los hados y gnomos de los bosques que le rodean, hayan dado lo mejor de sí en actuaciones muy, pero que muy memorables. Pero con alguna me tenía que quedar, así que he optado por la electrizante presencia de Garbage, con la escocesa Shirley Manson (¡a la que los dioses colmen de bendiciones mil años más¡) haciendo de las suyas. En Glastonbury, en 2005. Ayer.

jueves, 26 de mayo de 2011

martes, 24 de mayo de 2011

Una noche de rock

Dada su ya dilatada experiencia en el sector, Bruno Pekin tiene algo que decir acerca de los conciertos de rock. Así que allá va:

ME GUSTAN las entradas a la antigua, personalizadas e irrepetibles, con el nombre y la foto del grupo o el músico o sus anagramas o un dibujo o lo que sea. Un ARTE, así con mayúsculas, condenado a la desaparición. Qué vida esta.
NO ME GUSTA la entrada anodina escupida por el cajero automático. Todo un récord guinness de la absoluta falta de gracia.
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ME GUSTA al entrar la barra rápida, un servicio eficiente, ver el menos plástico posible, la cerveza fresca y con espuma.

NO ME GUSTA el camarero/a guai a más no poder que ni te mira porque anda chorliteando a gritos con los coleguis de unos metros más allá acerca de su tattoo más reciente. Todo desemboca, sin excepción, en una cerveza bien caliente y un pullazo que te cagas con miradita de “¿pasa algo?”. Es lo que hay.


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NO ME GUSTA la banda que entre tema y tema hace parones estratégicos, afina, se depila, echa sus traguitos…un coñazo.

ME GUSTA cuando una canción todavía está vibrando y la batería o la guitarra , o lo que sea, ya te mete en la siguiente. Viva el Non stop.

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ODIO a más no poder el cantante que suelta discursitos entre canción y canción o se la pasa pidiendo palmaditas y coros (alargando incluso el micro hacia la masa, a la que reserva el papel de chimpancé amaestrado, es decir, “complejísimos” uh-uh y yéah-yéah cuando "yo os diga"). El colmo es cuando el muy imbécil tacha a la audiencia de fría (“¿esa bashhkaaaa, ¿eshtá muerrrta o quéeeeeh?”) si no obtiene el reverencial clamor que le pide su - a menudo- multiintoxicado cuerpo.

ME GUSTA…cierta elegancia, ostia, ¿tan difícil es?.

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ME GUSTAN los conciertos de rock con amplia presencia femenina y que los más borrachos, junto a los jugadores de baloncesto, me queden bien lejos.

ME REVIENTAN los conciertos (frecuentes) que parecen una reunión de bisontes o el concurso de feos de las fiestas de Erandio. En estos casos, solo una calidad extrema de la banda puede salvar la noche.

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ME GUSTAN los conciertos ruidosos, eléctricos, tirando a duros.

SOPORTO CADA VEZ PEOR lo intimista, el rollo “umpluged” o “pequeño formato”, en general un truquillo para abaratar costes empresariales que conlleva no pocos bostezos en el menda ( este, vuestro seguro servidor) a la hora de la verdad.

lunes, 23 de mayo de 2011

la medicina Foo Fighters

Para combatir la todavía fresca visión pesadillesca del balcón de la sede del PP en la calle Génova me veo obligado a sacar del zurrón una medicina infalible: los Foo Fighters. Todavía tienen fresquito su último disco. El mejor de su carrera. En él, solo han tenido que olvidarse de canciones acústicas y hacer lo que mejor saben hacer: tralla desde el primero hasta el último acorde. No han inventado nada, pero manejan el cocktail como nadie. Rock guitarrero de toda la vida, exultante, que no abandona el optimismo ni siquiera cuando Dave Grohl decide enfrentarse a los fantasmas de Nirvana. Tienen en circulación desde hace poco tiempo un documental ("Back and Forth") que recorre la historia de la banda desde su formación hasta el día de hoy, en que puede vanagloriarse de estar en posesión de uno de los directos más poderosos del circuito, tal y como dejaron patente hace unas semanas ante los focos del célebre show estadounidense de David Letterman. "These Days" es uno de sus infalibles himnos. Una vacuna contra el pesimismo.

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