martes, 31 de mayo de 2011

La magia de Glastonbury

Los próximos 24, 25 y 26 de este mes de junio se celebra una nueva edición del que es para muchos el mejor festival de música del momento: el de Glastonbury, un fiestón campestre repleto de acontecimientos culturales que data de 1970, año en el que su alma mater, el granjero Michael Eavis, impresionado por una actuación al aire libre de Led Zeppelin, decide utilizar sus propiedades del sudeste de Inglaterra para airear a los grupetes del momento y, de paso, a su sufrido público. Desde aquella rudimentaria primera edición con los Kinks hasta el día de hoy, Glastonbury ha crecido y madurado de un modo impresionante, aunque sigue conservando un legendario aire alternativo que se plasma en una alta participación de organizaciones benéficas y de defensa del medio ambiente tanto en sus ganancias como en su organización. Año tras año el evento reúne un cartel musical para quitar el hipo. Y este año no ha sido menos.


A la hora de traer hasta este blog una actuación que ilustre la atmósfera que por allí se respira uno tropieza con la dificultad de elegir, pues está en la misma esencia de este festival el que muchos de los grupos y músicos que han pisado su escenario, tal vez bajo la influencia de los hados y gnomos de los bosques que le rodean, hayan dado lo mejor de sí en actuaciones muy, pero que muy memorables. Pero con alguna me tenía que quedar, así que he optado por la electrizante presencia de Garbage, con la escocesa Shirley Manson (¡a la que los dioses colmen de bendiciones mil años más¡) haciendo de las suyas. En Glastonbury, en 2005. Ayer.

jueves, 26 de mayo de 2011

martes, 24 de mayo de 2011

Una noche de rock

Dada su ya dilatada experiencia en el sector, Bruno Pekin tiene algo que decir acerca de los conciertos de rock. Así que allá va:

ME GUSTAN las entradas a la antigua, personalizadas e irrepetibles, con el nombre y la foto del grupo o el músico o sus anagramas o un dibujo o lo que sea. Un ARTE, así con mayúsculas, condenado a la desaparición. Qué vida esta.
NO ME GUSTA la entrada anodina escupida por el cajero automático. Todo un récord guinness de la absoluta falta de gracia.
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ME GUSTA al entrar la barra rápida, un servicio eficiente, ver el menos plástico posible, la cerveza fresca y con espuma.

NO ME GUSTA el camarero/a guai a más no poder que ni te mira porque anda chorliteando a gritos con los coleguis de unos metros más allá acerca de su tattoo más reciente. Todo desemboca, sin excepción, en una cerveza bien caliente y un pullazo que te cagas con miradita de “¿pasa algo?”. Es lo que hay.


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NO ME GUSTA la banda que entre tema y tema hace parones estratégicos, afina, se depila, echa sus traguitos…un coñazo.

ME GUSTA cuando una canción todavía está vibrando y la batería o la guitarra , o lo que sea, ya te mete en la siguiente. Viva el Non stop.

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ODIO a más no poder el cantante que suelta discursitos entre canción y canción o se la pasa pidiendo palmaditas y coros (alargando incluso el micro hacia la masa, a la que reserva el papel de chimpancé amaestrado, es decir, “complejísimos” uh-uh y yéah-yéah cuando "yo os diga"). El colmo es cuando el muy imbécil tacha a la audiencia de fría (“¿esa bashhkaaaa, ¿eshtá muerrrta o quéeeeeh?”) si no obtiene el reverencial clamor que le pide su - a menudo- multiintoxicado cuerpo.

ME GUSTA…cierta elegancia, ostia, ¿tan difícil es?.

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ME GUSTAN los conciertos de rock con amplia presencia femenina y que los más borrachos, junto a los jugadores de baloncesto, me queden bien lejos.

ME REVIENTAN los conciertos (frecuentes) que parecen una reunión de bisontes o el concurso de feos de las fiestas de Erandio. En estos casos, solo una calidad extrema de la banda puede salvar la noche.

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ME GUSTAN los conciertos ruidosos, eléctricos, tirando a duros.

SOPORTO CADA VEZ PEOR lo intimista, el rollo “umpluged” o “pequeño formato”, en general un truquillo para abaratar costes empresariales que conlleva no pocos bostezos en el menda ( este, vuestro seguro servidor) a la hora de la verdad.

lunes, 23 de mayo de 2011

la medicina Foo Fighters

Para combatir la todavía fresca visión pesadillesca del balcón de la sede del PP en la calle Génova me veo obligado a sacar del zurrón una medicina infalible: los Foo Fighters. Todavía tienen fresquito su último disco. El mejor de su carrera. En él, solo han tenido que olvidarse de canciones acústicas y hacer lo que mejor saben hacer: tralla desde el primero hasta el último acorde. No han inventado nada, pero manejan el cocktail como nadie. Rock guitarrero de toda la vida, exultante, que no abandona el optimismo ni siquiera cuando Dave Grohl decide enfrentarse a los fantasmas de Nirvana. Tienen en circulación desde hace poco tiempo un documental ("Back and Forth") que recorre la historia de la banda desde su formación hasta el día de hoy, en que puede vanagloriarse de estar en posesión de uno de los directos más poderosos del circuito, tal y como dejaron patente hace unas semanas ante los focos del célebre show estadounidense de David Letterman. "These Days" es uno de sus infalibles himnos. Una vacuna contra el pesimismo.

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sábado, 21 de mayo de 2011

Cómo nos venden la moto





Soy incapaz. Y llevo días intentándolo. Coloco en el centro de mi sala de estar la caja de zapatos que simula la urna, agarro al azar uno de los múltiples sobres que aparecen día tras día en mi buzón (¿alguien ha calculado la sangría absurda de papel que conllevan unas eleccionesl?) e intento introducirlo. Imposible. No puedo. Inmediatamente me asalta un cuadro de fatiga, vómitos, diarrea, irritabilidad, apatía...La releche. En medio de esa fiebre, paralizado como estoy con el sobre en la mano y sin lograr avanzar un centímetro sobre mi alfombra, mi mente es asaltada por imagenes de Azkuna entrevistando a Jose Luis Bilbao en el DEIA, y luego de Jose Luis Bilbao (el mismo que ha firmado estos días frasecitas del tipo "aquí, lo más es ser del PNV, del Athletic y de la Amatxu de Begoña", por diossss) entrevistando a Azkuna (en el DEIA tambien). Y me viene en plan tsunami todo el aburrimiento desfasado que destilan Lopez & Co, su seriedad funeraria, y el decimonónico y hastiante mundo paralelo en el que se mueven otros, y la ausencia de izquierda real en los momentos que cuentan y...joder, qué cansinos todos, qué tedioso todo este rollo. Ya paro. Stop.

En resumen, soy incapaz. No lo intento más. Tiro el sobre y la caja de zapatos. A mamar. No sé para qué sirve o si favorezco a la derecha (¿dónde empieza, dónde acaba la derecha?). YO MAÑANA NO VOTO. Ya no sé si es algo racional o no. ¿Qué más da?. Es puro estómago.

miércoles, 18 de mayo de 2011

sábado, 14 de mayo de 2011

La cara oculta




En la televisión, un reputado director de orquesta es entrevistado en un sereno entorno de partituras, atriles y madera de estuco. Todo de lo más serio. Como debe ser.“¿ Qué obra musical es la que más le ha marcado?”. Esa es ahora la pregunta. El periodista espera escuchar como respuesta algún nombre como Bach, Bela Bartok o Stravinski…Sin embargo, el director de orquesta sonríe y le espeta: “ Sin lugar a dudas, “The Dark Side of the moon” de Pink Floyd…escuchar aquel disco creo que todavía hoy sigue siendo el mayor impacto musical que he vivido…nada me ha impresionado tanto”.
¿A alguien le puede extrañar?. Ese disco es único, especial. Cuando salió, en 1973, era distinto a todo. Desde entonces, se ha convertido en uno de los más vendidos de la historia. Todavía hoy mantiene el récord de permanencia en la listas de éxitos: nada más y nada menos que 749 semanas ( 14 años) en la lista de Bilboard. No habla de la Luna como satélite, sino de los lunáticos, de tener la cabeza fuera de la realidad. Hizo multimillonarios a todos los que estuvieron cerca, incluida Clare Torry, la voz sin texto de “The Great Gig of the Sky” , que ganó a la banda un juicio en 2001 que la reconoce como coautora de esa canción. Había cobrado 30 libras por la grabación original. Ahora ingresa un pastón todos los días.
Volvemos al televisor.El entrevistador, un encopetado devorador de óperas, cuartetos de cuerda y música renacentista, deseoso de reconducir la entrevista a su mundo de música “seria”, deja con cierta aceleración atrás a los Floyd y le susurra al consagrado director de orquesta: “¿ Y alguna otra obra que le haya influido?”. Ahora sí que espera escuchar el nombre de Bach, o Bela Bartok, o Stravinski…No puede ser de otra forma…¡Pues no¡, ¡qué va¡. Craso error. “ Sin duda el “Mezzanine” de Massive Attack, un disco impresionante, creo que es el “Dark Side of The moon” de los noventa”, responde el prestigioso director de orquesta.
Y yo pienso: olé sus huevos. Porque, como todo el mundo sabe, o debería saber, solo hay dos clases de música: la buena y la mala. El resto son pamplinas. O cuestión de gustos. Que tambien vale.

viernes, 6 de mayo de 2011

Ya están aquí

Hasta cierto punto parece un anuncio de la Cienciología, pero me vale. Estamos de campaña.