jueves, 19 de abril de 2012

La indignación de las hienas

A lo largo de mi ya dilatada vida laboral he paseado mis huesos por un buen puñado de empresas y trabajos. Haciendo balance puedo afirmar sin que me tiemble el pulso que en semejante travesía he conocido a una verdadera legión de “oprimidos” currinches especializados en las artísticas disciplinas de la insolidaridad, el escaqueo vil y sistemático, la chupada de polla al jefecillo de arriba, la puñalada trapera y sonriente al compañero de trinchera, la baja laboral fingida, el avinagraniento tóxico y deliberado de su entorno, la ladina expropiación de medallitas ajenas, el peseterismo obsesivo como sea y a costa de quien sea, el apaño a favor propio de pluses y categorías, la utilización de influencias para jugar con ventaja en chuscas oposiciones y el expolio de material laboral para adornar las estanterías de su domicilio. Han convertido la incompetencia en una de las bellas artes, la inutilidad más abismal en una virtud rentable, la violenta agresión contra el trabajador válido y que cree en lo que hace en una cruzada justa, el ratonero incremento del sueldo de fin de mes en el fin supremo de la existencia. El despacho con ventana y secretaria sería la medalla de oro, el orgasmo definitivo, el éxtasis que compensaría todo este esfuerzo. Tal vez algún día…
Pero hoy les toca rebelarse, agitar las posaderas, luchar por mantener sus legítimos derechos, evitar con dóciles movimientos de ajedrez y conspiraciones junto a la máquina de café que los recortes amenacen un solo céntimo de su nómina. Y ahí les tienes, en primera fila de las protestas laborales, más indignados que nadie, con el gesto de quien se deja la piel día a día al servicio de los demás; ahí les tienes, mezclados con los otros, codo con codo en la foto para la prensa
junto a esos otros trabajadores que sí creen en lo que hacen, almas generosas y entregadas estas a las que nada, nada se les puede reprochar y que ahora ahí, con semejantes compañeros de viaje, sintiendo el aliento de esas hienas disfrazadas de cordero ahí tan cerca, sienten que algo va mal, que algo falla definitivamente en esta vida cuando acabas salvando el culo y riendo los chistes de quien te tortura, ese imbécil que ahora sostiene una pancarta en la que se dice que recortar el presupuesto sería reducir la calidad del servicio al público. Esa calidad por la que él ha dejado la piel, el sudor y el talento año tras año. Ese público por el que daría, literalmente, la vida. ¡Ja!.

miércoles, 18 de abril de 2012

Becerros de oro

"Toda explosión de música pop sale bramando de los clubes en los que nace como un novillo furioso. Desde el otro lado de la cerca, el Sistema proclama que es peligroso y subversivo, una amenaza para la juventud, y exige una toma de medidas al respecto. Y esas medidas se toman. La explotación comercial se acerca a ella con un cubo de contratos de grabación, apariciones en la tele y garantías de fama mundial. Cuando el hocico está enterrado en ese dorado pienso, el astuto carnicero se apresura para acercarse a la ijada y castra al animal. Después de esta operación indolora, el Sistema se da cuenta de que puede entrar en su terreno y da con cautela unas palmaditas a la dócil bestia: a partir de ese momento ya no tiene dudas de que el animal se hará cada vez más voluminoso y estúpido, hasta el momento en que las modas decidan que ya es hora de sacrificarlo".
George Melly, "Revolt into Style: The Pop Arts in the 50´s and 60´s" publicado en ¡¡1970!!