martes, 19 de junio de 2012

La increíble historia de Telmo Basarrate

       Dicen que Telmo Basarrate ya salió del vientre de su madre vestido del Athletic de Bilbao. Su infancia transcurrió con normalidad hasta que un día, cuando contaba la edad de nueve años, se escapó de su casa paterna en Santutxu para presentarse en las instalaciones deportivas de Lezama y dejar boquiabiertos a los sabios del club rojiblanco con una charla sobre estrategia de juego. Fue una revelación. Poco tiempo después arrancaba su exitosa carrera como entrenador. Lo hizo desde las categorías más bajas. Y estuvo llena de momentos excepcionales. Un día, los alevines pudieron ver a Telmo convertir con un simple gesto los habituales bocadillos de mortadela del entrenamiento en deliciosas cheese-burgers. En otra ocasión, con gran asombro, los cadetes le vieron caminar sobre las aguas de la ría de Plentzia para recuperar un balón caído. Dos temporadas más tarde, cuando en un partido oficial la estrella de los juveniles sufrió una dolorosa rotura de tibia y peroné, Telmo se acercó hasta él:  “levántate y juega”, le dijo. El delantero se incorporó y todavía pudo marcar tres goles. Y así, triunfo tras triunfo, Telmo llegó a entrenador del primer equipo, al que llevó a conseguir todos los títulos posibles. Las vitrinas del club no daban a basto. Telmo se convirtió en un dios. Tenía toda Bizkaia rendida a sus pies.
       Pero un día uno de sus jugadores traicionó su confianza y destapó las conversaciones con el Real Madrid. A partir de ahí la hinchada hizo de la vida de Telmo un vía crucis. Y cuando finalmente aceptó la propuesta del club merengue, la prensa bilbaina le crucificó sin piedad. Aún era joven. Acababa de cumplir 33 años.

viernes, 15 de junio de 2012

El ruido y la furia


 La Cervecera Cobetas se publicita como “El Mejor Balcón de Bilbus”. Y puede que sus txistorras, albóndigas caseras o chuletillas de cordero no se ganen tu bendición, pero en lo del balcón no mienten. A nuestros  pies se extiende la ciudad como si fuera un poster pasado de moda y abandonado sobre la acera. Hay una ría cenagosa de aguas acolchadas que viene de allí  y serpentea perezosa hasta allá a través de  una alfombra de terrazas y tejados. Enfrente, más o menos a nuestra altura, el acicalado alto de Artxanda  capitanea la cadena montañosa del noroeste. Es un atardecer entre semana y el patio de la cervecera se encuentra casi vacío. En tan solo unas semanas todo esto se llenará de asistentes al BBK Live, jóvenes de aspecto multicolor y apetito caníbal llegados de las Tierras Grises dispuestos a sumergirse en los tres días de música y macroconciertos que agitan la ciudad. Eso es lo que vendrá. Un futuro probable. Pero ahora aquí solo estamos nosotros con la compañía, en otra mesa bastante alejada, de una pareja  de edad media encriptada en un microclima solemne, profundamente wagneriano. Tristán e Isolda, ajenos a su entorno, roen con dramatismo atonal la armadura ósea de un desfortunado picasuelos.
Mister Mister y el Marqués de Aranda llegan con dos jarrosaurios de cerveza a los que buscamos sitio entre los restos de la cena. Todos estamos grasientos y alineados. Una masa de abolladas nubes oscuras rueda desde el fondo astral convirtiendo esta escena folk en una pintura flamenca . Sobre nuestras cabezas zumba enloquecida una bandada de estorninos y en algún lado grazna agónico un generador. Es un momento alfa y lo sabemos. Un instante de una fosforescencia cegadora.  
- Lo haremos – dice Sugaar-. Será la carta de presentación de El Comité Fantasma. En esta ciudad no se va a hablar de otra cosa durante mucho tiempo. ¿Estamos de acuerdo?.
Y Brillante, Yuppi Du, Mister Mister y el Marques de Aranda junto a este humilde escriba respondemos al unísono:
- Esto…¿y si le damos una vuelta?
Y vemos la expresión perpleja de Sugaar . Y en el patio, justo ahora, se encienden las luces. Anoréxicas, remotas, como hundidas bajo el agua. Y nos cruje ya la seriedad. Nos abandona. Se va. Estallamos en carcajadas, nos retorcemos y empujamos sobre los bancos, sin  pensar para nada en los riesgos que vamos a correr, derramando la cerveza sobre los signos dibujados a rotulador azul sobre el mantel de papel. Signos que, en realidad,  son mapas repletos de cruces, distancias, flechas e itinerarios y que trazan, con todo detalle, la estrategia perfecta para el secuestro de Radiohead en pleno. Técnico de sonido incluido. Así, como suena.

jueves, 14 de junio de 2012

martes, 12 de junio de 2012

¡Hay que joderse!

Números y palabras. Palabras y números. Eso es lo que nos queda.
Números como látigos, como cifras postizas en el salvavidas de la cuenta corriente, como la edad que gotea imperturbable del grifo imperfecto, como glóbulos rojos y comandos de plaquetas que coquetean con el enemigo, le ríen las gracias, conspiran, le pasan armas bajo la mesa.
Y palabras. Palabras como alambradas en la explanada, como maniobras militares de dispersión, como regalos envenenados, como besos falsos, como globos sonda cargados de autocompasión y miedo. Como navajas suizas.
Tan importantes, las palabras. Y esa jungla en que se mueven: el lenguaje. Un reloj que nadie pone en hora.
La palabra de vasco es sagrada y firme, sí, pero plana, monocorde, sin filo, ni color, ni tikitaka alguno. Palabra de patadón y a la olla. De pensamiento único y cerrojo. Como mucho.
 La izquierda abertzale habla como en el antiguo testamento. Parece atrapada en una telaraña de términos pre-romanos, llenos de roña ancestral, de sustantivos sobados, de retóricas surgidas de los remotos caladeros de la Galaxia Más Aburrida. La palabra, en ellos, es ancla, distorsión, lastre, bostezo. Una gigantesca vía de agua. Y nadie achica. Parecen haber decidido que el mejor carisma es la falta de carisma.
El PNV sigue adicto al sermón. Salirse de ahí, del púlpito, de la palabra sagrada, del catecismo mantra, confunde a sus feligreses; cualquier modernidad les hace perder el paso, trompicarse y rodar sacristía abajo, lejos muy lejos. A veces tan lejos que pierden de vista el cáliz de las urnas, el camino de regreso al batzoki. Y eso no puede ser.
Tras enjuagar en la Edad de Piedra del siglo XX su discurso de todo elemento marxista, de clase y confrontacional, los socialistas e IU son ya veteranos productores de nada, cosechadores insulsos de palabras vacías, recitadores monocordes de manuales de instrucciones de uso de aspiradoras de coche o cafeteras exprés.
La derecha es de palabra caótica, achampañada, relamida, contradictoria, culta e inculta, insultante, aduladora…Su discurso es una fiesta after-hours  con música de pasodoble, una borrachera delirante con vinagre de marca, un bosque de nostalgia presidido por chorradas incendiarias.
Todos ellos, oh cielos, están sentados ahora mismo en sus pupitres. Concentrados. Con la punta de la lengua asomando entre los dientes. Escriben palabra a palabra, tachando y volviendo a escribir, con sus lápices gastados y pagados a escote, sus maravillosos discursos. Los mismos que, en breve, tendremos que aguantar.
Porque una vez más, el costoso e irritante circo de las elecciones autonómicas está a punto de levantar su carpa. Y no a las afueras de la ciudad. No. Lo hará bajo tu ventana, en tu sala de estar, en el centro de tu cerebro. Otra vez. ¡Hay que joderse!.  

viernes, 8 de junio de 2012

El Comité Fantasma se presenta


Al fin. Tras muchos años en la sombra El Comité Fantasma está listo  para actuar. Nuestra estructura piramidal organizativa ha llegado, tal y como nos propusimos hace ahora un lustro, al grado cuatro. 7x7x7x7. Somos siete en el Núcleo, nuestro –por decirlo así- comité central, el órgano en el que se generan las decisiones. Nos hacemos llamar los Siete Espectros. Para echarse a temblar, ¿no? A las órdenes ( es un decir) de cada uno de nosotros hay otros siete conjurados, cada uno de los cuales tiene, a su vez, a otros siete y así sucesivamente. La pirámide. Simple y eficaz. Puro clasicismo. Pero haz cuentas. Somos suficientes para poner patas arriba una ciudad pequeña como esta, Bilbus. Estamos repartidos por todo su sistema nervioso. Viajamos por sus venas.Cubrimos espacios sociales muy diversos. Y no nos vamos a detener aquí. Trabajamos para alcanzar el quinto grado a final del verano. Buscamos la acción efectiva. El golpe de mano sorpresivo. Somos  la nueva generación de guerrilla urbana. La que explota a fondo los inventos de La Tienda del Espía. La que considera que se pueden utilizar móviles sincronizados para algo más que poner a bailar la yenka a sesenta personas en el hall de la estación de la RENFE.  Que tiemblen los ciclistas que circulan por la acera, los anestesistas sociales  que escupen cloroformo desde los medios de comunicación,  los palurdos que mastican como cerdos en nuestros cines…El Comité Fantasma está aquí.. Nos hemos conjurado para cambiar las cosas. Ha llegado el momento de la acción. ¡La acción!.
(En la foto: Baskónimous, cuya presencia en el acto fundacional de El Comité Fantasma sirvió de aliento a los congregados)

OK Go

miércoles, 6 de junio de 2012

Lágrimas de cocodrilo


Llega el verano. Desde primera hora del día, los cocodrilos más madrugadores patrullamos la orilla de las playas a la espera de las primeras gacelas trotonas. Ellas llegan a media tarde, con sus grandes capazos llenos de vodafone y toneladas de ungüentos milagrosos; con los cegadores logotipos de Zara, Mango, Bershka y RayBan  balanceándose de sus largas, largas, largas y hermosas pestañas, en sus muslos, en sus pechos, sobre el delicado puente de sus narices, en sus cabezas. Extienden su mundo multicolor sobre la arena y permanecen en alerta naranja. Pero somos cocodrilos. Máquinas milenarias. Sabemos leer los signos que nos trae el aire. Estamos programados para generar paciencia. Sin miedo al tiempo, esperamos el paso en falso. Bajo el sol, adormecidas por la cantinela pop de Adéle y el ruido esférico de las olas es fácil bajar la guardia. Y esa es su perdición. Y así, cuando llega el momento del triunfo nos gusta masticarlas lentamente, sin prisas, disfrutando  su piel suave  y su sabor a fitness, coca cola zero y gominolas. Y nos encanta, finalmente, cuando todo acaba, escupir al suelo sus huesecillos mezclados con ron justo cuando empieza a amanecer y una claridad estúpida y viscosa se abre paso a trompazos en el horizonte, allí lejos, sobre la línea del mar, donde son  las gacelas las que mastican cocodrilos.

Woodkid