La Cervecera Cobetas
se publicita como “El Mejor Balcón de Bilbus”. Y puede que sus txistorras, albóndigas
caseras o chuletillas de cordero no se ganen tu bendición, pero en lo del
balcón no mienten. A nuestros pies se
extiende la ciudad como si fuera un poster pasado de moda y abandonado sobre la
acera. Hay una ría cenagosa de aguas acolchadas que viene de allí y serpentea perezosa hasta allá a través de una alfombra de terrazas y tejados. Enfrente, más
o menos a nuestra altura, el acicalado alto de Artxanda capitanea la cadena montañosa del noroeste. Es
un atardecer entre semana y el patio de la cervecera se encuentra casi vacío. En
tan solo unas semanas todo esto se llenará de asistentes al BBK Live, jóvenes de
aspecto multicolor y apetito caníbal llegados de las Tierras Grises dispuestos
a sumergirse en los tres días de música y macroconciertos que agitan la ciudad.
Eso es lo que vendrá. Un futuro probable. Pero ahora aquí solo estamos nosotros
con la compañía, en otra mesa bastante alejada, de una pareja de edad media encriptada en un microclima solemne,
profundamente wagneriano. Tristán e Isolda, ajenos a su entorno, roen con dramatismo
atonal la armadura ósea de un desfortunado picasuelos.
Mister Mister y el Marqués de Aranda llegan con dos jarrosaurios
de cerveza a los que buscamos sitio entre los restos de la cena. Todos estamos grasientos
y alineados. Una masa de abolladas nubes oscuras rueda desde el fondo astral convirtiendo
esta escena folk en una pintura flamenca . Sobre nuestras cabezas zumba enloquecida
una bandada de estorninos y en algún lado grazna agónico un generador. Es un
momento alfa y lo sabemos. Un instante de una fosforescencia cegadora.
- Lo haremos – dice Sugaar-. Será la carta de presentación
de El Comité Fantasma. En esta ciudad no se va a hablar de otra cosa durante
mucho tiempo. ¿Estamos de acuerdo?.
Y Brillante, Yuppi Du, Mister Mister y el Marques de Aranda
junto a este humilde escriba respondemos al unísono:
- Esto…¿y si le damos una vuelta?
Y vemos la expresión perpleja de Sugaar . Y en el patio,
justo ahora, se encienden las luces. Anoréxicas, remotas, como hundidas bajo el
agua. Y nos cruje ya la seriedad. Nos abandona. Se va. Estallamos en carcajadas,
nos retorcemos y empujamos sobre los bancos, sin pensar para nada en los riesgos que vamos a
correr, derramando la cerveza sobre los signos dibujados a rotulador azul sobre el
mantel de papel. Signos que, en realidad, son mapas repletos de cruces, distancias, flechas
e itinerarios y que trazan, con todo detalle, la estrategia perfecta para el secuestro
de Radiohead en pleno. Técnico de sonido incluido. Así, como suena.
1 comentario:
vas a ver qué risas como los secuestren de verdad...
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