Todo el mundo sabe que la Oficina del Paro no es el lugar
más divertido del mundo. El nivel de drama humano que se condensa entre estas
paredes convierte cualquier atisbo de buen humor en una imperdonable
inmoralidad. Por eso ahora, mientras formo parte de un funerario y variopinto grumo
humano en espera de que el número y letra del papelillo que tenemos en la mano aparezca
en el letrero electrónico de la pared junto
al número de una mesa hasta la que tendremos que correr para formular nuestras
consultas, por eso ahora, digo, tengo que morderme el labio hasta hacer sangre
para no estallar en carcajadas ante la visión de la chica que tengo en frente,
una africana de ciento cincuenta kilos de seriedad ancestral con una camiseta
negra que le llega hasta la mitad de las rodillas en la que puede leerse en
letras gigantescas: “PERFECT BOYS ONLY EXIST IN BOOKS”.
2 comentarios:
echaba de menos tus textos, llenos de sabrosa ironía.
Un placer que vuelvas.
Saludo enorme, Camio. Algún día otra cerveza portugaluja. No estaría mal.
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