“Escuchadme, creo que la
cosa os va a gustar”, dice Txikito, que siempre es el de las ideas, además de
incontestable Premio Pico de Oro de la cuadrilla, “es la Araña, la Araña esa
del Guggenheim…”. “¿Qué araña?”, pregunta Txato con la jarra de cerveza detenida a medio camino y mirándonos con extrañeza a
los demás. “¡Hostia, Txato, pues la Araña esa que está al lado de la charca
de los mecheros, coño, esa que es de bronce o no sé qué ostias y que lleva
huevos, cojones, que no te enteras cabrón, que no has salido de Rekalde desde
que te parió tu madre” aúlla Kupela, entre cuyas grandes cualidades es
obvio que no se cuenta la paciencia. Algunos descerebrados de las mesas más
próximas nos echan una ojeada bovina y vuelven de inmediato a sus espantosos
micromundos. “Vale, La Araña”, retoma Txikito, “el caso es que una
noche le pega un rayo o lo que ostias sea y zas, ¡cobra vida!”. “Qué guaapooo”,
dice como en éxtasis Porrón. “Saca las patas de donde están clavadas”,
continúa Txikito, poniendo cara de estreñido y haciendo con los brazos el
gesto esforzado de quien arranca cebollas del suelo, “y chas, chas, chas, se pone a
andar por el paseo ese…el de la ría”. “¿En qué dirección?”, pregunto, más
que nada por asegurarme de que aún me funciona la laringe y que estoy ahí…. “Eso lo podemos pensar, pero
igual en dirección a Bilbao, ¿qué os parece?…”. “¡Qué guaapoooo!”, cacarea de nuevo Porrón asintiendo como un perro piloto. “!Joder Porrón!, ¿te has rallao o qué
ostias te pasa?¡Pa decir eso cierra la puta boca o te meto una hostia!”
ruge Kupela, que desde que le dejó la chavala está ligeramente explosivo. “Pues
eso”, retoma Txikito, “que va hacia Bilbao y como es una madre araña que piensa que sus huevos están amenazados y tal pues va atacando a
todo lo que se encuentra por delante y masacra a todo dios, turistas japoneses, tíos en bicicleta, indígenas de aquí que pasean a esas horas... hasta que la
Ertzaintza la rodea y ella trepa por la fachada de una de esas torres gemelas
que han hecho nuevas y arriba se defiende como puede y se oye una música romántica que nos dice que es sólo una madre intentando proteger a sus crías y sin embargo llegan unos cuantos
helicópteros con grandes focos y ta-ta-ta-ta-ta, bum, bum, bum….”. “Vale tío”,
brama ahora Kupela, el mandarían del relax, “el problema de esa puta historia
es que ya la han hecho, ¿te enteras?, ¡ya la han hecho, joder! ¡Ya la han
hecho!”. “¿Ah, sí?", musita contrariado Txikito frunciendo el ceño.
Se hace un silencio y todos le damos un trago a nuestra rubia, ya recocida y
sin burbujas. “¿Y dónde decís que está esa araña?”, apuntilla Txato
de Rekalde finalmente con la parsimonia de un santo.
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