Había avisado en su propia web de que no llegaría a navidad y
así ha sido. Todavía sin cumplir los sesenta años, un cáncer de vesícula se ha
llevado por delante la vida del escritor escocés Iain Banks, un tipo
excepcional, una imaginación prodigiosa, un carácter único que le llevaba tanto
a demostrar sus conocimientos enciclopédicos sobre el whisky de malta en un
concurso televisivo como a reclamar el enjuiciamiento de Blair por la invasión
de Irak. Deja a sus espaldas novelas de
ciencia ficción, donde se incluyen renovadas óperas espaciales enmarcadas en el mundo de La
Cultura por las que se ha hecho mundialmente famoso, pero tambien libros de los
llamados inclasificables. Y por uno de ellos le traigo aquí, uno de los
primeros que escribió: “La fábrica de avispas”, una novela oscura, asfixiante,
hipnótica, de un humor tétrico que no es para cualquier estómago y que no me
atrevo ni a recomendar pero que en su momento éste vuestro seguro servidor que
ahora escribe devoró prácticamente sin levantar la vista de sus torturadas
páginas repletas de imágenes que se te tatúan para siempre en la piel del ánimo aunque no
quieras. Uf.
Por eso esta entrada. Te la debía. Faltaría más.
Bye, bye, Banks.
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