martes, 20 de diciembre de 2011

SER O NO SER

De pronto llueve en Bilbus un día tras otro. Ha llegado, por fin, el frío. Y la navidad. En la Gran Vía –nubes de color de acero oscuro, ejércitos de paraguas combatiendo entre sí - un violinista centroeuropeo hace una versión admirable del “Bizkaia Maite” de Benito Lertxundi. Arrojo sobre la funda abierta del instrumento un billetazo de cinco euros por ver qué pasa. Y no pasa nada. Sigue a lo suyo. Lertxundi global y balcanizado. Opus eusko-bosnio para violín y muchedumbre. Ecos de Zuberoa. Sombras de Sarajevo. Y todos en sputnik hacia el plomizo año maya. 2012. Se me hincha el pecho. Siento un orgullo desmedido. Por no haber hecho nada. Todo este tiempo. Salvo estar. Y haber atravesado los cataclismos ajenos sin apenas un roce de chapa. Sin apenas molestias.

Me gusta la navidad. Y mucho. Cuchipandas familiares a golpe de langostino y migraña. Lotería galáctica. Emotividad oficinesca. Belenes freudianos. Y villancicos…Villancicos... “Blanca Navidad” es sublime, sí, pero “El Chiquirritín”, en cualquiera de sus versiones, es como poner los huevos sobre un yunke y que te los maceen sin compasión. La de " Mira Como Beben los Peces en el Río”, al menos, es como una inyección letal. Piadosamente rápida y mortal. Como Sharon Stone. Y la Cobra Naja Naja Excelsior. Por contra, el inevitable "Tamborilero" se parece más a una lenta, pausada, interminable, cruel lobotomía.
Ahora, en la cuarta planta de El Corte Inglés, donde me encuentro, suena el entrañable “Zumba, zúmbale al pandero” acompañando el deambular mañanero del personal. Floto entre estanterías de 3x2, marujas asesinas, gays de ojos histéricos en pleno ataque de ansiedad consumista y prejubilados postindustriales en trance prostático. En medio de esta opereta zombi medito, sin venir a cuento, en lo aburrida y decadente que es la programación de la cadena SER en Bizkaia. Azul Tejerina y su tono de coleguita guay-megainstitucional; Juan Carlos Otaola convertido en el Engolado Bostezo Supremo; Aloña Velasco, presidenta de E.H. (Empalago Hertziano) fin de semana tras fin de semana…”¿A qué cráneo privilegiado debemos semejante alineación?”, pienso mientras despliego ante mí una camiseta de Hugo Boss de color diarreico y hechura tardomacarra accesible, eso sí, tan solo a precio de oro.
Salgo pitando. La calle otra vez: más Navidad. Indautxu. La hora del vermú. Llego a casa y prendo el Cd sin pensar. Suena Jonathan Wilson. Mola. Es tranquilo. Imaginativo. Rítmico. Navideño. Es la ostia. Todo menos la SER. Y mañana Santo Tomás. Qué vida.

4 comentarios:

Juli Gan dijo...

Menudo panorama. Al menos hoy es Santo Tomás. No os empachéis. Egubarri on!

CAMIO dijo...

EL LARGO Y TORTUOSO CAMINO, QUE DECIAN LOS BEATLES.
NO TE FELICITO LAS FIESTAS, PERO TE ENVIO UN SALUDO QUE SE PERDERA EN EL TIEMPO.

Bruno Pekín dijo...

Juli, Viajero, gracias por estar ahí. Voy pallá. A la feria de Santo Tomás. Y juro que con mi primer vaso de sidra en la mano brindaré por los dos. Japy Krismas.

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