domingo, 24 de noviembre de 2013

Barón Rojo: la película

Barón Rojo era un infierno por dentro. Desde que se juntaron en 1980, la relación entre los dos hermanos Castro, por un lado, y Sherpa (cantante y bajista) y Hermes (batería) por el otro, era chunga, pero chunga de verdad. Y sin embargo, una serie de carambolas les mantuvieron juntos (que no revueltos) a lo largo de casi una década, hasta su agria disolución en 1989 con durísimas acusaciones cruzadas entre ambos bandos en la prensa jeviespecializada de la época. Todo esto y mucho más se cuenta en este documental dirigido por Javier Paniagua y José San Cristóbal, que iniciaron las grabaciones con la esperanza de que la serie de conciertos que iban a reunir al grupo en su 3o aniversario fueran los de la conciliación y sirvieran de final feliz a una historia tan dramática. Pero nada de eso sucede: los conciertos se celebran, pero las rencillas no sólo no se entierran sino que, como un sarpullido rebelde, explotan y se enrabietan  de nuevo entre los cuatro músicos abocando al documental a un final  melancólico que no os voy a rebelar aquí. 
     El caso es que poco  a poco, el rock y sus entrañas van ocupando el lugar que les corresponde en la literatura y el cine. Ya iba siendo hora. Como iba siendo hora de ir abandonando - y documentales como este lo hacen-  el tipo de crónica cansina y autocomplaciente del qué-guay-fue-todo-aquello-mientras-duró-y-qué-épico-y-qué-bien-lo-pasamos que ha marcado con demasiada frecuencia el tono de estas visiones del pasado musical más o menos reciente y que hoy por hoy, cumplida ya su misión histórica, suena terriblemente infantil, gastado, ñoño, onanista y repetitivo. Aburre. Ese relato, aunque aún colee, está definitivamente muerto. No future. Ha llegado la hora de algo diferente, una vuelta de tuerca. Ha llegado la hora de ser valientes.

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