Hubo un tiempo en que los autos de choque formaron parte de nuestra educación sentimental. Tenían algo -lo veo ahora con claridad- de colocón preadolescente. Aún éramos niños (¿trece años tal vez?), pero los terribles nubarrones de la "edad del pavo" ya asomaban en el horizonte. Adiós inocencia, adiós. Adiós para siempre. Empezaba el juego duro .Los nubarrones eran densos, oscuros y en mi cabeza adquirían la forma de un tigre rugiente que poco más tarde me encontraría representado con insólita perfección en la contraportada de un disco de los Moody Blues ("A question of balance").
Acabábamos de conquistar el espacio de los domingos por la tarde y celebrábamos como una panda de idiotas ingratos el haber dado esquinazo por fin a nuestros padres y a su jodido Renault 4 y a aquellos pic-nics (maravillosos, puros, irrepetibles, lo veo ahora con tanta claridad) en los arenales de Oriñon o en las campas de Pobeña. Todo aquello había perdido sentido de sopetón, había caducado del todo, cosas de niños que ya,pobres ilusos, ya no éramos.
Había chicas a las que perseguir sin que ellas lo notaran, asuntos muy serios que discutir en tristes bancos de parques tristes y horas y horas de deambular sin dirección y sin un duro en el bolsillo. Y en una de las casillas de aquella vida nueva estaban ellos: los autos de choque.
Pura psicodelia. Lisergia de todo a cien. El placer del ruido, las luces de colores, la agresividad domesticada, los bocinazos, los gritos, los golpes de las gomas contra los bordillos metálicos, las ruedas rodando sobre el acero, el roce eléctrico y txispeante de las varas traseras de los coches contra la red superior y...la música, la música abriéndose paso entre todo aquel pandemonium...Una mezcla explosiva de Dany Daniel y el "Vals de las Mariposas" , Demis Russos y "We shall dance" , el rayo de sol de Los Diablos, el "Dejaré la llave en mi puerta" de Tony Ronald y hasta la hot-hot Suzi Quatro. Todo aquello vomitado por unos enormes bafles baqueteados en mil trasiegos de feria, sulfurados, como rescatados del mismísimo infierno. Aquello era la puerta a una nueva dimensión, un salto en el tiempo, el trailer cruel y fascinante de una vida nueva e inquietante que ya, con la velocidad de un guepardo, se nos echaba encima. A nosotros, pobres angelitos. A nosotros que, de pie e indefensos ante todo aquello, sin entender ni la identidad ni el origen de las fuerzas que nos azotaban, tan solo podíamos temblar. Temblar en silencio, sin decíselo a nadie y sin que nadie lo notara. Que para eso éramos hombres, joder.
4 comentarios:
Angelitos... claro que sí. Mis primeros traumas amorosos también se produjeron ahí. Ellas tenían dinero (trabajaban en una tienda de chuches) y elegían a sus compañeros de auto... a mi me sacaban poco... Un inciso. Musicalmente los Autos de choque siempre tenían razón: Los verdaderos signos de los tiempos sonaban ahí y no en Radio 3 : "Kung-Fu Fighting", "Mi Guitarra", "Sugar Baby Love", "I'm The Leader Of The Gang", "Libre", "Ballroom Blitz", "Tie a Yellow Ribbon", "Cum'on feel the Noize"...una mano sabia ha ido guiando esos altavoces hacia el paraiso...siempre.
Pero qué tierno te has puesto Bruno Pekín...! No nos tienes acostumbrados a mostrar esa parte tuya tan en público pero te diré que nos gusta. Sigue por ahí, sigue...
Yo también tengo unos autos de choque en mi pasado aunque fueran como el Guadiana, aparecian y desaparecían cada primeros de Mayo en la explanada de detrás del ayuntamiento de mi pueblo. Y sí, Moso, yo también tuve mis más y mis menos sentimentales alrededor de ese rectángulo lleno de choques de todo tipo.
También existía otro personaje muy característico:
el chulazo que trabajaba en los autos y que se paseaba por delante de las féminas allí reunidas como gallo en su gallinero, haciendo todo tipo de demostraciones de riesgo dominado entre los coches en movimiento, cual Jamesbond de Vallecas, intentando picotear al mejor plumaje del lugar. Los chicos le retaban en la pista con o sin disimulo para hacerle caer en el ridículo más degradante, aunque siempre el resultado era el contrario...Cuántos vi salir con el ego destrozado cuando sonaba la bocina de final de ficha!
Ay! Qué tiempos...!!!
Los autos de choque deslumbraban. Eran los primeros en llegar como agoreros de la fiesta. Montaban la barraca en un "santi-amen"y desde ese entonces, su música atronaba en el ancho cantón que da a la carretera. Me huelen a tarde de Julio de 1.96... con Lone Star, Bravos, los ángeles ... y tantos otros. "Soy tan solo una muñeca..."
En ellos, en los autos de choque, dejamos, como tú dices estimado Bruno; ¿puedo decirte Bruno? o ¿será mas adecuado, en éstas circustancias, Bruno Pekín? En fin como prefieras, en ellos dejamos, como te decía, aquella infancia que transmutaba precozmente a una larga adolescencia que ya hemos olvidado en nuestra penuria de ser hombres.
sin agonías. No está nada mal ser hombres.
j.arnaiz
Bruno o Bruno Pekin, como usted quiera jotapuntoarnaiz, faltaría más. Bienvenido y bienhallado, compañero. Ya veo que tambien en tu vida jugaron su papel los autos de choque, la frontera invisible...Ahora abusando de la confianza y sabiendo que me dirijo a un entendido en música (y con perspectiva histórica, cosa que no abunda)solicito de su excelencia su lista de 10 canciones lapa que- a buen seguro- van a ser impactantes. Ánimo y al toro.La entrada está un poco más abajo.
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