miércoles, 23 de marzo de 2011

Días extraños




Hay algo en los días extraños que corren en este marzo de 2011 que parece conectar con esta cara crispada, protagonista de una de las mejores portadas del rock. “In the Court of the Crimson King” era, en 1969, el primer disco de King Crimson, una banda que iba a tener una trayectoria sorprendente. La portada fue el único dibujo de un programador informático, Bary Godberg, que moriría a los pocos días de publicarse el álbum de un infarto de miocardio. Tenía solo 21 años. El disco se abría con un tema tan contundente como angustioso: “El Hombre Esquizofrénico del Siglo XXI”, al que el etéreo Pete Sinfield ponía –como al resto de las canciones del álbum- la letra. De forma clarividente su última estrofa decía :“Mortal y ciego germen de la codicia del hombre/hijo de poetas violentos muertos de hambre/no necesita para nada lo que tiene/Hombre esquizofrénico del siglo XXI”.
El verdadero hombre esquizofrénico del siglo XXI ya está aquí, muy cerca de ti. Demasiado cerca. Tiene más de cuarenta años y ha ido asesinando poco a poco, día tras día, cada uno de sus sueños de juventud, pero al no haberse deshecho de sus cadáveres, abandonándolos –por ejemplo- en el contenedor de su calle, troceados en bolsas de plástico del Consumer, éstos siguen apareciendo de vez en cuando en el fondo de un cajón, en el arranque de una canción de Lou Reed o en el fotograma de una película, chafándole un poco la vida, jodiéndosela como a Hamlet el fantasma de su padre. Es algo que pasa de vez en cuando. Afortunadamente, muy de vez en cuando. Por lo demás, el hombre esquizofrénico del siglo XXI es bovinamente agradecido con quienes le enculan día tras día en el trabajo (mueve el rabo agradecido cuando cualquiera de esos inútiles capullos de la cadena de mando le pasa la mano por el lomo), le ningunean en su propia familia, le machacan en la seguridad social o le atontan desde los medios de comunicación. Cree que en realidad la cosa no es para tanto y que todo eso, dejarse tratar así, merece la pena por lo que obtiene a cambio y, además, ¿qué le vas a hacer? (¡la vida es así¡), porque aquí lo que hay es mucho listillo que va de destroyer con posturitas inmaduras, poco realistas, chorraditas de adolescentes y fantasiosos, que nadie le venga con ostias. El hombre esquizofrénico del siglo XXI solo ve lo que quiere ver, vive muy bien en su cómoda y un tanto ruin burbuja de alimentos saludables, gas natural, libros de autoayuda camuflados, cultura levemente selecta, solidaridad de baja intensidad y un indudable compromiso ecológico. Quiere lo mejor para sus hijos (a los que devora vilmente con la mejor de sus intenciones, tatuándoles sin querer sus propias frustraciones y por los que haría cualquier cosa, hasta dejarse cocer a fuego lento si hace falta, of course), es responsable en la carretera y oye indistintamente discos de Verdi y Pearl Jam ignorando la guerra social que le rodea porque descree de todos los que toman partido (ay, la vida…te hace desconfiar de todo y de todos), y eso le viene muy bien: “ ¿Wikiliks?...¡A saber lo que hay detrás de todo eso ¡…¡Quita, quita¡”. A golpe de excusas perfectas (haciéndolo así, la vida es más práctica, ¡hay que hacerse mayores, joder¡¡no hay que complicarse¡) ha ido tragando con todo: bodas, bautizos, comuniones, planes de pensiones BBVA, diálogos imbéciles de sobremesa, sopor sexual, masoquismo laboral, movistar, reuniones de ikastola, lobotomías deportivas …Su lema, viendo la leña que se reparte alrededor, es “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”, que es la versión autoindulgente del “ande yo caliente…”. El hombre esquizofrénico del siglo XXI adora, por encima de todo, la protección. No lo dice muy alto, ni siquiera se lo confiesa con claridad a sí mismo, pero en el fondo le complace un mundo repleto de cámaras de vigilancia, uniformes policiales, censura mediática, ciberespacios higienizados y un puñao de partidos democráticos y sindicatos que sepan mantener todo bajo control, no vaya a ser que con tanto insatisfecho ahí fuera la cosa se encabrite y le jodan lo que cree que es su chollo.
Porque, a pesar de todo, el hombre esquizofrénico del siglo XXI siente que algo en todo esto va mal. Muy mal.
Sencillamente, no es feliz.

3 comentarios:

El Conde de MonteCristo dijo...

El juego que te ha dado esta portada en el blog. Interesante tu reflexión por otra parte. El ciudadano medio siempre siempre observado por tu perspicaz mirada.

nineuk dijo...

Resumiendo: Es una lata el trabajar, todos los días te tienes que levantar. A parte de eso, gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor.
Luis Aguilé.

Arantza Sinobas dijo...

A por ellos...que son muchos y jodidamente cobardes!!!!