sábado, 12 de octubre de 2013

Extraños en un tren



Están en la veintena, no se conocen de nada y acaban de sentarse uno frente al otro en el vagón de metro de las diez de la noche, junto a la ventana, con sus rodillas a menos de un palmo de distancia. Ambos echan mano a un tiempo de un libro y  sonríen para sí al comprobar que es el mismo, en concreto “El Juego de Abalorios” de Herman Hesse, un libro un tanto insólito de un autor absolutamente desfasado. Retiran de su interior dos marcapáginas a todas luces gemelos y se miran estupefactos a los ojos por primera vez cuando con una diferencia de décimas de segundo suenan sus móviles con la misma sintonía, una versión  asombrosamente realista de “Right Down the Line”, una canción escondida en la discografía del olvidado Gerry Rafferty. La cadena de casualidades es tan impactante que ninguno de los dos es capaz de contestar. Sus miradas asustadas permanecen entrelazadas hasta que al fin la música se esfuma, saltan en secreto los buzones de voz y vuelven los sonidos propios de un tren que rueda dirección Bilbao. Ella se baja en San Ignacio y él un poco más tarde, en San Mamés. Sin decirse una palabra.

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