martes, 24 de mayo de 2011

Una noche de rock

Dada su ya dilatada experiencia en el sector, Bruno Pekin tiene algo que decir acerca de los conciertos de rock. Así que allá va:

ME GUSTAN las entradas a la antigua, personalizadas e irrepetibles, con el nombre y la foto del grupo o el músico o sus anagramas o un dibujo o lo que sea. Un ARTE, así con mayúsculas, condenado a la desaparición. Qué vida esta.
NO ME GUSTA la entrada anodina escupida por el cajero automático. Todo un récord guinness de la absoluta falta de gracia.
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ME GUSTA al entrar la barra rápida, un servicio eficiente, ver el menos plástico posible, la cerveza fresca y con espuma.

NO ME GUSTA el camarero/a guai a más no poder que ni te mira porque anda chorliteando a gritos con los coleguis de unos metros más allá acerca de su tattoo más reciente. Todo desemboca, sin excepción, en una cerveza bien caliente y un pullazo que te cagas con miradita de “¿pasa algo?”. Es lo que hay.


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NO ME GUSTA la banda que entre tema y tema hace parones estratégicos, afina, se depila, echa sus traguitos…un coñazo.

ME GUSTA cuando una canción todavía está vibrando y la batería o la guitarra , o lo que sea, ya te mete en la siguiente. Viva el Non stop.

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ODIO a más no poder el cantante que suelta discursitos entre canción y canción o se la pasa pidiendo palmaditas y coros (alargando incluso el micro hacia la masa, a la que reserva el papel de chimpancé amaestrado, es decir, “complejísimos” uh-uh y yéah-yéah cuando "yo os diga"). El colmo es cuando el muy imbécil tacha a la audiencia de fría (“¿esa bashhkaaaa, ¿eshtá muerrrta o quéeeeeh?”) si no obtiene el reverencial clamor que le pide su - a menudo- multiintoxicado cuerpo.

ME GUSTA…cierta elegancia, ostia, ¿tan difícil es?.

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ME GUSTAN los conciertos de rock con amplia presencia femenina y que los más borrachos, junto a los jugadores de baloncesto, me queden bien lejos.

ME REVIENTAN los conciertos (frecuentes) que parecen una reunión de bisontes o el concurso de feos de las fiestas de Erandio. En estos casos, solo una calidad extrema de la banda puede salvar la noche.

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ME GUSTAN los conciertos ruidosos, eléctricos, tirando a duros.

SOPORTO CADA VEZ PEOR lo intimista, el rollo “umpluged” o “pequeño formato”, en general un truquillo para abaratar costes empresariales que conlleva no pocos bostezos en el menda ( este, vuestro seguro servidor) a la hora de la verdad.

4 comentarios:

El Conde de MonteCristo dijo...

Oh yeahhh...tiene UD mucha razón en lo que le pone y lo que le disgusta. Lo de las entradas es un horror. Servidor que se dedica a recopilarlas desde la primera, ha visto cómo se colección ya no tiene tanta gracia.

(palabreja para verificar: mistipsy)

D J Phlaky dijo...

Totalmente de acuerdo, y añado como odioso, al pesao de turno que no para de hablar importándole un bledo lo que ocurre en el escenario

Anónimo dijo...

Sí señor, tiene usted toda la razón. Además resaltar que muchas veces resultan mejor los conciertos de bandas nuevas o semidesconcidas (con honrosas excepciones; Patti Smith por ejemplo).
A la vista de su actitud reinvidicativa añadir que queremos en la barra eficientes y feos camareros que sepan servir una cañita y que las camareras monas estén calladitas entre el público asistente.

Eso es todo.

El oso mayor

Hans dijo...

Siempre digo que lo de los formatos acústicos es una puta filfa que me pone enfermo. Yo toco una guitarra eléctrica, cojones, por elección. Con mucho pedal, además. Y enganchada a un ampli de válvulas. Y me gusta que se acople: el larsen hace de éste un mundo mejor.
Encoñarse en que toque la acústica es faltarme al respeto. Y, por supuesto, todo es un asunto de pasta. Basura, recoños. Viva la electricidad