jueves, 10 de marzo de 2011

El milagro de la vida

El caso es que tengo tiempo libre. Mucho. Para dar y tomar. Así que me dedico a pasear por Euskadia. Es fácil. Salgo a la calle y me sumo al flujo de zombis que traquetean animosos de aquí para allá. A veces luce un sol del carajo y, en otras ocasiones , unas nubes de mierda nos escupen desde lo alto, tal y como es su obligación. Sea como sea, haga frío o calor, la coreografía cotidiana incluye indefectiblemente, en los primeros diez metros de mi acera, grumos de rumanas empujando carricoches repletos de afilada metralla a través de un vía crucis de contenedores, perros en albornoz a cuadros fumando marlboro light mientras cagan sobre un periódico abierto en el que se puede leer “El Festival de Sitges rechaza que “A Serbian Film” sea un filme pornográfico” y, cómo no, agrios taxistas manipulando toneladas de rencor pesetero a la sombra apestosa de sus vehículos en flor. El milagro de la vida en todo su esplendor. Una fiesta, tú. Y estamos invitados.

martes, 23 de marzo de 2010

Beatles


"Beatles" es una novela que narra el paso de la adolescencia a la madurez de cuatro amigos que viven en Oslo (al fin y al cabo está escrita por un noruego). Hay por lo tanto primeros amores, juergas, confusión, enfrentamiento con los padres y ganas de cambiar el mundo. A los cuatro colegas hay algo que les une : su pasión por los Beatles, cuyos discos sirven, según van apareciendo y cayendo en sus manos de las formas más diversas, para reunirles en la casa de uno de ellos para escucharlos. Como comienzan con la pureza del "Love me do", los chavales van alucinando con la velocidad de cambios de sus ídolos, su constante y meteórica evolución, la incorporación de instrumentos y sonidos extraños, la aparición de las cuerdas, los bigotes, pelos largos e inmersiones psicodélicas hasta el trágico momento de su separación. Para entonces sus vidas han corrido paralelas a todo esto y de la inocencia inicial quedan ya pocos rastros: cada uno de los cuatro amigos está haciendo frente ya a un destino muy diferente.
He leído esto escuhando bastante a los de Liverpool y ¡joder¡¡qué grandes¡.El rock está lleno de historias extraordinarias.
Pero hay tres que juegan en otra liga, a años luz de las demás: Beatles, Rolling Stones y Elvis.

viernes, 19 de marzo de 2010

El asiento trasero del coche de mi padre


Aprendí a amar la música en el asiento trasero del coche (o mejor, los coches) de mi padre. En un principio eran las canciones, sin más, a viva voz: él y mi madre iban delante cantando habaneras mientras surcábamos las abismales distancias que nos separaban de Espinosa de los Monteros o Castro parando en cada repecho para refrescar el motor, mear, sondear el nivel de aceite o simplemente admirar el panorama sin más. Mi padre era feliz cantando (lo que fuera) y, a su rebufo, pillando la estela, mi madre había depurado una segunda voz que ponía los pelos de punta. Su compenetración sonora era de lo más popular: no había boda en la que no se les requiriese esa de "Daaaaame un beso chimberitaaaaaa que sirva de recuerdooooo...." y canciones parecidas. En aquellas cuchipandas de casamiento, cuando al fin cedían a la presión y se arrancaban, a su alrededor se creaba un silencio sepulcral enmarcado en puros humeantes, copas de soberano y marejadillas de champán...y en ese ambiente las dos voces planeaban en el aire de la sala como trapecistas sin red. Nunca las ví caer.... En fin, volviendo a lo nuestro: el caso es que no había un domingo sin excursión familiar. Primero fue un Seat 600, despues un Renault 8, tambien hubo un 4L de dos puertas y hasta un rocoso 1500 de segunda mano que tragaba asfalto con la solemnidad de un tanque ruso. En algún momento de ese proceso vehicular hizo su aparición un rudimentario cassette y por aquí y por allá empezaron a surgir las cintas de Los Chimberos, Los Cinco Bilbainos (todavía soy capaz de cantar esas bilbainadas en el orden en el que venían en las cintas), Los Panchos, Maria Dolores Pradera y los Indios Tabajaras. Y...¡cuidado¡...este es el momento en que me siento obligado a decir que mi padre nació en Bakio... El caso es que esa es la música que más a fuego llevo grabada en mi corazón...Estaban tambien la Misa Criolla, algo de Matt Monro y hasta un cassette de Louis Armstrong que nunca he podido encontrar encerrados en cajitas con raspones, gastadas y con manchas de grasa oscura...el aparato reproductor (a pilas de las gordas y que todo sea dicho: pesaba un cojón) había que llevarlo en las rodillas y la música - hoy lo sé, vaya que sí- salía desde dentro de una familia feliz (de verdad, qué suerte, qué suerte); notas que se restregaban como gatos en la tapicería del coche, volaban despues por las ventanillas abiertas, rebotaban en la corteza de los pinos y salían despedidas hacia un cosmos amistoso, entrañable, fascinante, ajeno e inmortal.
Qué tiempos, aita, qué tiempos.

jueves, 18 de marzo de 2010

¡ Uf ¡


No somos más que un cáliz y una hoja.
Cada uno lleva dentro de sí la Muerte.
Es el fruto alrededor del cual todo gira.

Rainer María Rilke
"Libro de la pobreza y la muerte"

http://www.youtube.com/watch?v=kcHkK0C5mFY

jueves, 10 de diciembre de 2009

Los 4 Osos atacan de nuevo

Nueva reunión del Club de los 4 Osos. Y como andaba con tiempo sobrado para llegar puntual a la cita, me encaminé a ella a paso de burra, dando un giro inmenso por calles y calles de Bilbao. Era ya de noche y todo estaba lleno de esas empalagosas luces de navidad que a estas alturas del año el ayunta cuelga aquí y allá porque toca. Adelanté a un tipo que siempre va solo y dando voces sumergido en su mundo personal, anclado en un delirio en el que a voz en grito y con voz monótona va desgranando una trama inconexa de la que forman parte Arzallus, la pérdida de unos papeles importantes y una secretaria que le hizo no sé qué puñeta …Lo recita todo a una velocidad endiablada…Idéntico, día tras día. Totalmente poseído. Mientras camina. Como podéis imaginar, con un perfil así a la fuerza ha de ser bastante popular por estos lares. Aunque eso tampoco sirve para que nadie le dirija la palabra. No. Qué va. Cada uno a lo suyo, tú.
Bilbao es un pueblecito muy familiar, así que unas doscientas baldosas adelante casi soy arrollado por Lady Moviestar, una sudamericana muy bajita y de cara simpática que siempre, siempre, siempre va hablando por el móvil. Bueno, más que hablar va sumergida en él, vive dentro de la conversación, el exterior no existe para ella. En una ocasión coincidimos en el mismo vagón de metro. Mientras tres de sus endemoniados sobrinos (sobrinos sí, lo dijo ella en voz alta) desmantelaban literalmente el mobiliario circundante ella, entre carcajadas, hablaba por dos móviles a un tiempo, uno en cada oreja , os lo juro, cuando sonó un tercero que llevaba escondido en algún sitio. Lo hizo con las notas de “La Cucaracha”. Y sonaba bien.
Total que alrededor de las ocho (pues la puntualidad es una de las muchas virtudes que adorna a los miembros del Club, es cosa que viene de linaje) ya estamos los 4 Osos reunidos en la zona VIP antifumadores del moruno Iruña desparasitándonos mutuamente tras los habituales gruñidos de reconocimiento grupal. En un plis plas ya estamos tres de nosotros inoculando con vehemencia al cuarto la necesidad de consumir “inmediatamente y sin más demora” Spotify , el invento del siglo, la joya de internet. Un tira y afloja que nos debe dar un hambre de la ostia, porque media hora más tarde ya estamos sentados en una de las mesas cuadradas del Ledesma ante unos bocadillos de: lomo con queso ( pedido en barra como lomo con pimientos…algo pasaría en el camino: la típica metamorfosis sobre la marcha), tortilla de atún (bis, two, 2, due, bi) y merluza. Mientras le dábamos al papo, en el plasma el Barsa iniciaba una remontada en las frías estepas rusas y en la barra había un tío con una camiseta negra dedicada al “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd (no había visto una en la vida, qué raro). Como siempre, insatisfecho con su ración, el Oso Flaki rapiñeó alguna vianda más, tras lo cual, mucho más asentados en nuestra misma mismidad, nos desplazamos hasta el Bitoke de la esquina para bajar la masa y regar el gaznate con sendos colodrillos mientras abordamos con valentía temas de suma importancia, como la próstata y las curas de rejuvenecimiento, pues la vida en el bosque desgasta que no veas.
Con todo esto, siguiendo las pautas magistralmente marcadas una vez más por el Oso Mayor (un genio reconocido internacionalmente de la intendencia y las gestiones complejas), un cigarrillo y unas cuantas risas más tarde ya estamos entre las sagradas paredes del Antzokia, birra en mano, justo en el momento en el que surgen en escena los suecos
The Soundtrack of Our Lives. El templo está abarrotado y húmedo y la cosa promete. La banda llega hasta aquí con fama de honesta y de practicar un rock enciclopédico que chupa de todos los lados (60s, 70s, 80s) para después barnizar esa mezcla con un toque personal, indefinible, que los hace contemporáneos, conectados al aquí y el ahora. Vienen de Goterborg, son seis en escena: cinco músicos de raza con pintas diversas que incluyen el macarrismo chillón tipo Sweet y que orbitan en torno a la gigantesca mole del cantante, una especie de cruce entre el padre de Viki el Vikingo y Rasputín, un tripón enfundado en una levita oscura semejante a las que llevaba Demis Russos y que no tarda en manifestar una atracción fatal por las poses cercanas al éxtasis religioso del tipo Moisés conduciendo al pueblo judío a la tierra prometida. El caso es que el tío (bautizado en algún iceberg perdido del Mar del Norte como Ebbot Lundberg) mostró un saber hacer de la ostia, descendiendo en ocasiones hasta las primeras filas de espectadores sin que le temblara un pelo de la barba, arropado desde arriba por sus huestes sónicas, siempre culebreantes y entregadas. Todo cojonudo, sí señor, al viejo y sudoroso estilo de la edad de piedra. Y así la cosa se fue calentando hasta desembocar en dos bises finales en los que hasta desfiló una versión clónica del “Heroes” de Bowie como si quisieran decir con toda honestidad: pues sí, venimos de cosas como esta, ¿pasa algo?”. Bien por los Soundtrak.
El caso es que entre pitos y flautas y para ser miércoles, ya se habían hecho altas las horas. Presionado por ser el Oso con la osera más lejana y, a buen seguro, machacado por la perspectiva del madrugón laboral del día siguiente, Oso Man-ú había desparecido en algún momento del segundo bis de los suecos. Lastimoso contratiempo que, en todo caso, no fue óbice para que, una vez finalizada la pachanga, los tres supervivientes no dudáramos ni un segundo en dirigirnos a uno de los lugares más pijos de Bilbao: La Cigarrera, donde a buen seguro hubiéramos pasado desapercibidos si no nos hubiera dado por corear a grito pelao “BRAUUUUUUUUUNNN SUGAAAAAAR” y cosas parecidas junto a los tres meritorios músicos que se ganaban el pan en esa caja de cerillas posmoderna tocando éxitos de siempre a base de voz, guitarra, bajo y batería. Hubo más tarde, ya en la calle, gruñidos de despedida a la vasca sazonados con nuevos objetivos y cada mochuelo a su olivo.
Pd. Vaso de agua fresca, gelocatil y a planchar la oreja.

martes, 8 de diciembre de 2009

Raphael

Tres horas sobre el escenario, tiempo suficiente para dar un "baño de emociones", a través de más de cuarenta impresionantes canciones, a un público entregado y abarrotante. Ahí es nada. Tres horas. Y sin tregua. Con canciones en las que hay que dejar la piel. Si no es así, no salen convincentes, no calan, se desactivan por sí solas, pólvora mojada. Es Raphael. Ha sido el primero de los doce conciertos programados en Madrid para celebrar sus 50 años en la música. Ya ha llovido, ya, en todo ese tiempo. Tenía Raphael nueve años cuando le dieron en el festival de Salzsburgo el premio a la Mejor Voz Infantil de Europa, representaría despues a España en Eurovisión dos años seguidos, le sería otorgado un disco de uranio (el no va más en la venta de un disco, surge cuando ya no sirven ni diamantes ni platinos...hace falta algo más, es el único cantante hispano que lo posee); fue galán pasteloso de películas insoportables, y tambien tamborilero y padre. Valoración general: una voz única, un fenómeno del apasionamiento, un messi del histrionismo, un coloso de la pose melodramática. Inimitable.
¿Inimitable? ¡Y un carajo¡ Son precisamente los inimitables los que más imitados son. A Raphael llevan 50 años imitándole. Desde sus comienzos, su gestualidad fue un caladero de gags para los faranduleros de la televisión en blanco y negro.Le llamaban "el robabombillas" por una característica postura en la que con el brazo levantado hacia el cielo hace girar la mano que tiene en alto, tal y como si desenroscase una bombilla. Y él, con una "sonrisa de dientes" en la cara, no se corta hoy en recordar a sus imitadores todo lo que le deben en concepto de derechos de autor. ¡Y por Odín que no le falta razón¡¡ ¡Que tiemblen martesytreces y latres del mundo¡ Pues tengo a bien pensar que si se cobra por la utilización de la obra puntual de un artista...cuánto más se ha de cobrar por plagiar el artista en conjunto, por alquilar su construcción total: ese producto definitivo en el que se integran su aspecto, su vestuario, su forma de hablar, sus expresiones, sus movimientos, su peinado, sus tics, todos sus rasgos más personales...Imitar es un saqueo a lo grande. La tarifa debería ser astronómica.
La operación económica sería, por lo demás, perfecta, ya que a nadie se le esconde que los imitadores son publicistas del imitado. Raphael acabaría así cobrando, con todo derecho, por un servicio por el que, en realidad, pagaría muy a gusto.
Total: un descojono. Qué vida esta.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Don Celes


Han soplado aires de cambio en el diario El Correo, pero al gran Don Celes no se le ha movido un pelo del bigote. Ahí sigue, como siempre, en la última página de El Correo, como si nada. El bilbaino Olmo (que ahora cuenta 84 años) lo parió en 1945 (Hiroshima, Nagasaki, caída de Berlín) para las páginas de La Gaceta del Norte y en 1969 ( Woodstock, el hombre pisa la luna, el Athletic gana la Copa) el bigotudo personaje de nombre completo Celes Carovius, casado con Petronila Pilonga, fichó por El Correo Español El Pueblo Vasco, ahora conocido como el Correo a secas. Y así hasta hoy (en que google reinterpreta el mundo y arde el islam) , Don Celes ha atravesado un puñado de décadas por las que ha pasado sin mancharse lo más mínimo con la realidad social y política (y mira que han llovido chuzos de punta, tú), fiel a un ¿humor? básico y altamirense, pueril y viejuno a un mismo tiempo, tan profunda y decididamente tonto que asombra. En mi opinión, tiene la misma gracia que una angina de pecho. ¡Pero ahí está¡ Y me alegra que siga. Porque forma parte de mi vida. Y creo de justicia que junto al Puppi, y del mismo tamaño (o mejor, proporcional, como si fuera su perro), Bilbao le erija una estatua como dios manda. Y cuanto antes, que aquí no vamos a estar siempre....