Lástima que mi primer candidato al Gran Premio Ke Arda En El Infierno sea un pub. Y lo hago aprovechando que el pasado lunes era el día de San Patricio, la gran fiesta irlandesa. Los pubs llegaron a La Ciudad hace unos años y aquí se quedaron. Muy bien. Genial. En su mayoría acogedores, necesarios, cojonudos...Pero con sus excepciones. No es que el menda sea muy exigente en estas cosas, pero es de suponer -digo yo- que un pub ha de cumplir dos requisitos sagrados: que haya cerveza (fijaos, ni siquiera la pido bien tirada, para que veáis que vuelo bajo) y que permita la conversación con quien ande por allí. Y sí, el Dubliners (Plaza Moyúa,6,Bilbao), sí que la permite, la conversación digo, siempre y cuando seas capaz de verter alaridos de brontosaurio herido a dos milímetros del tímpano del pobre receptor. Tal vez el antro tenga mejores momentos, pero os juro que las cuatro o cinco veces que mis huesos han ido a dar entre sus oscuros maderos alguien se ha encargado de hacerme una demostración de música aguda, pastosa y sin caracter a un volumen apocalíptico. Y eso no es un pub. ¡qué cojones va a ser eso un pub, porrr Diosssss¡.
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